Una fábrica de oportunidades

Mesa de gerentes de Universidad durante el reciente congreso compostelano, escuchando la experiencia de Javier García Pajares, sordo-ciego graduado en ADE y derecho, embajador de marca de Ilunion (Grupo ONCE).

Hoy es el Día mundial de Acceso a la Educación Superior. Una buena oportunidad para recordar(me) que casi todo lo que soy se lo debo a la Universidad. En mi vida esa institución ha sido útil y a la vez valiosa. Un abrelatas es sólo útil pero la amistad es valiosa. La Universidad nos facilita acceder a un empleo, pero también nos enseña a resolver problemas y a ser críticos o metódicos. El anacoreta que adiestró a Santa Catalina en las ciencias también la preparó para recriminar la cruel persecución de los cristianos al mismísimo emperador en persona. Ese valor -entre otros de sus sinónimos- le costaría el martirio en el siglo III, según cuenta la tradición que se recuerda cada 25 de noviembre.

La Universidad cumple con con su utilidad inmediata, como tomar un ascensor, pero sus efectos tienen valor y duran toda una vida. Lo sabían nuestros padres cuando soñaban que sus hijos se licenciaran, como la mejor herencia que les podían dejar porque ellos no tuvieron esa suerte. Me harté de oírlo en aquél Pumarín de los años 70, barrio obrero que exportó miles de universitarios durante el pasado siglo. Su éxito es que sus nietos, nuestra actual generación joven (de 25 a 34 años) la mitad posean estudios superiores.

¿Adivinan cuál es la estadística que primero ojeo cuando se hace público cada bienio el informe CyD sobre la Universidad Española? Pues el “ascensor social”, el porcentaje graduados sin padres licenciados. En Asturias, dos de cada tres graduados recientes tienen al menos al padre o la madre que también lo es. Un dato algo superior a la media española (61%). La botella medio llena, en opinión de algunos estudiosos ¿significa eso que hay una clase universitaria que se reproduce?

Iván Diego Rodrigo, el 12 de noviembre pasado en La Nueva España, comentando el resultado de su estudio de Valnalón para nuestra Consejería de Ciencia sobre sobre la situación socioeconómica de las familias, concluía calificando el escenario como “preocupante” pues condiciona de forma decisiva el acceso de las clases humildes a los estudios superiores. Diríamos elegantemente que los ascendientes universitarios están “sobrerepresentados”. Lo triste es que la política de becas o de precios poco más puede hacer pues el problema debe acometerse al menos desde una década antes de matricularse y la estrategia a largo plazo no cotiza en la política actual ni se basa sólo en dinero. Los seismil euros por estudiante que aportan cada año los gobiernos regionales españoles de media a la Universidad, permiten la correcta prestación del servicio público, pero no alcanza para remover las variadas barreras de acceso.

El asunto siempre me hace recordar la frase de Milton Friedman, (libertad de elegir, Grijalbo, 1980. pág. 252) criticando la falta de equidad de la Universidad norteamericana al afirmar: “aquellos de entre nosotros que pertenecemos a las clases de ingresos medios y altos, hemos timado a los pobres subvencionándonos a nosotros mismos en gran escala». Durante la transición política española la afirmación era inocua. Hoy, escuece, porque nos sentimos concernidos con esa crítica pues sospechamos que todo a nuestro alrededor depende cada vez más del nivel de renta familiar, de la situación laboral de los padres o el municipio de residencia. La sociedad ha cambiado (y la igualdad de oportunidades) y no se rectifica en una legislatura. Ni en dos. Ni en tres.

La segunda tabla que busco entre los cientos que se ofrecen (también desde la Conferencia de Rectores) se refiere a la inserción laboral. La estadística española y europea muestra que la tasa de paro es inversamente proporcional al nivel de formación: el desempleo del no universitarios triplica al del graduado, aunque el SEPE nos recuerda que muchos contratos firmados en 2021 por estos fue para desempeñar tareas que no eran de alta cualificación.

Es incontestable que el salario percibido por el universitario era también un 80% más elevado que el sueldo promedio de quien sólo tiene la educación primaria, un 38% más alto que un bachiller y estaba un 55% por encima de los ingresos de un titulado en formación profesional de grado medio.

La ingeniería y las ciencias de la salud dan la mayor y mejor inserción laboral tras cinco años de su graduación (fecha en que se suele medir) con una proporción de empleo del 92%. En el lado opuesto vemos las ramas de artes y humanidades, con solo 75% de empleo, aunque un tercio de ellos no se relacionan con el contenido de sus estudios. Aquí llegamos a la demanda habitual: adecuar los programas académicos a la realidad empresarial y tecnológica, así como mantener una oferta adecuada y moderna de títulos para proveer de profesionales a las empresas para crear valor  y contribuir al desarrollo económico del entorno.. Con todo eso, la Universidad es una verdadera fábrica de oportunidades, sobre todo para las mujeres que ya ocupan en España el 56% de los estudios de grado y el 50% del doctorado.

Para terminar, suelo echar una ojeada al porcentaje de abandono el primer año donde uno de cada cinco lo hacen, con grandes diferencias entre carreras y regiones. El 41% de los graduados concluyen en el tiempo teórico previsto y un 55% un año más tarde ¿Les parece aceptable? Quizás todas estas tablas tengan conexión y las disfunciones obedezcan a las mismas causas.

En cualquier caso, son cuestiones para reflexionar. Porque una oferta regular de profesionales genera unos efectos externos esenciales y positivos para toda nuestra sociedad. Hoy, no se discute que cada euro de gasto público destinado a financiar el Sistema Universitario Español se traduce en un aumento del PIB de 8 euros en la economía real. Así: la publicación de José Manuel Pastor (Dir) para Ivie y Universitat de València, pág. 135.

En definitiva, si yo le ofreciera un negocio que garantiza anualmente un 7% neto ¿Cuánto invertiría? ¿y si los beneficios se recogen durante cuarenta años como mínimo? ¿dedicaría a ello sus esfuerzos y los de su familia? Y si además le digo que por el simple hecho de hacerlo sus compañeros o vecinos también se benefician de esa inversión suya (sin poner un euro, creen ellos) … usted pensará ¿Dónde está ese chollo? ¿Es la vacuna del COVID? Se trata de algo parecido y lo tiene bien cerca. Es la Universidad.

Antón Losada desde el atril

Tuvimos la ocasión de reflexionar sobre estos temas con ocasión de la conferencia inaugural de las XXXVIII Jornadas CRUE-Gerencias el 8 de noviembre pasado, a cargo de Antón Losada Trabada, Profesor titular de Ciencia Política de la Universidad de Santiago de Compostela, con el título de “La Universidad Pública bajo asedio: manual de resistencia” que moderó Julio Abalde, presidente durante los últimos ocho años de la sectorial de Gerencias y rector de la Universidade da Coruña.

Precisamente el actual ministro de Universidades Joán Subirats se acaba de despedir de su cargo pidiendo a Estado y CC.AA que aumenten la financiación. Deja al próximo responsable el desarrollo de la LOSU, la aprobación del Estatuto del Personal Docente y la patata caliente de la financiación universitaria. Sólo en la Universidad de Valladolid el Rector cifró en 13 millones de euros sus necesidades para aplicar la nueva Ley: “la pelota está en el tejado del Ministerio”. No en vano, apuntó que fue quien propició una ley sin consenso y en contra de la opinión mayoritaria de las universidades. “Ha introducido unos elementos que necesitan de una financiación y es su responsabilidad”, añadió.

En este marco, el ponente Antón Losada presentó su visión del escenario actual planteando soluciones a la situación de descrédito, infrafinanciación y lo que entendió como el desmantelamiento de la Universidad pública. Las tensiones se agravarán al intentar concretar las aportaciones de cada Administración, sobre todo (no eludiremos este aspecto) al tener diferente color político las Administraciones de 12 CCAA y el Estado. Volveremos en usas semanas sobre este delicado asunto.

Entre las recomendaciones de Losada se encontraba realizar periódicamente algún tipo de reconocimiento al alma mater, como la que yo cumplo aquí.

Durante el refrigerio congresual con las gerentas

2 comentarios en “Una fábrica de oportunidades

  1. FELIPE

    La realidad, que siempre es la que manda, ha dictado sentencia. Sobran graduados y, sobre todo, sobran graduados…sin una formación rigurosa, práctica y consistente (profesional, ciudadana y humana).
    Quizás sea esa terquedad de la Universidad (por negarse a ver o a querer adaptarse a los nuevos tiempos y necesidades cambiantes de nuestra sociedad), nacida de su creencia de superioridad -de conocimiento y altura de miras- (el abuso desgastado de palabras grandilocuentes -como «excelencia»-; el seguir anclada en el brillo lamentablemente lejano de otros tiempos; y el olvido de que, el saber sin humildad puede llevar a la soberbia o la ceguera; le han acabado convenciendo de ello), que la ha desnaturalizado, hecho perder identidad y convertido en «descensor» social.
    Porque la titulación superior se ha devaluado, generalizado y sobredimensionada tanto que, salvo para una minoría, se ha convertido en un mero dato formal del currículo que solo vale para aspirar a ser contratado en una categoría inferior o ajena a la materia estudiada.
    La Universidad ha olvidado que, de igual forma que la mayoría de partícipes de una obra son obreros -aún especializados por categoría-, no arquitectos ni directores de ejecución, en una sociedad ocurre lo mismo y, además, es el mercado quien manda.
    Desde luego, si esperamos que ésto lo arreglen los politicos o el Ministerio aviados vamos. La solución debe venir desde dentro.

    Estupendo artículo, Antonio Arias. Si de algo peca (bendito pecado sea ese) es de un indisimulado amor -más allá de agradecimiento- esperanza y confianza (a pesar de todo) en el futuro de la Universidad. Yo añadiría la penitencia de una realista, pragmática y perentoria actualización «con el mazo dando» de lo que es…en lo que debe convertirse.

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  2. FELIPE

    La realidad, que siempre es la que manda, ha dictado sentencia. Sobran graduados y, sobre todo, sobran graduados…sin una formación rigurosa, práctica y consistente (profesional, ciudadana y humana).
    Quizás sea esa terquedad de la Universidad (por negarse a ver o a querer adaptarse a los nuevos tiempos y necesidades cambiantes de nuestra sociedad), nacida de su creencia de superioridad -de conocimiento y altura de miras- (el abuso desgastado de palabras grandilocuentes -como «excelencia»-; el seguir anclada en el brillo lamentablemente lejano de otros tiempos; y el olvido de que, el saber sin humildad puede llevar a la soberbia o la ceguera; le han acabado convenciendo de ello), que la ha desnaturalizado, hecho perder identidad y convertido en «descensor» social.
    Porque la titulación superior se ha devaluado, generalizado y sobredimensionada tanto que, salvo para una minoría, se ha convertido en un mero dato formal del currículo que solo vale para aspirar a ser contratado en una categoría inferior o ajena a la materia estudiada.
    La Universidad ha olvidado que, de igual forma que la mayoría de partícipes de una obra son obreros -aún especializados por categoría-, no arquitectos ni directores de ejecución, en una sociedad ocurre lo mismo y, además, es el mercado quien manda.
    Desde luego, si esperamos que ésto lo arreglen los politicos o el Ministerio aviados vamos. La solución debe venir desde dentro.

    Estupendo artículo, Antonio Arias. Si de algo peca (bendito pecado sea ese) es de un indisimulado amor -más allá de agradecimiento- esperanza y confianza (a pesar de todo) en el futuro de la Universidad. Yo añadiría la penitencia de una realista, pragmática y perentoria actualización «con el mazo dando» de lo que es…en lo que debe convertirse.

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