Si está empezando a leer esto, usted es con seguridad un universitario. Los seguidores de esta bitácora lo son, y en su mayoría funcionarios públicos. Por eso, este artículo le interesa. Hablaremos de la rentabilidad (elevada) de la educación superior y del ascensor social, ahora algo averiado.
La educación superior española
En España hay bastantes trabajos sobre política de educación superior. Se pueden encontrar análisis en dos vertientes. Desde el ámbito interno, el rector salmantino, Ricardo Rivero, suele recordar los retos permanentemente pendientes: la propia definición de Universidad, la oferta de titulaciones, la transferencia de conocimiento y la mejora de la rendición de cuentas y en la profesionalizando la gestión.
En el ámbito externo, ajeno a la propia Universidad, también hay un intenso debate. Uno de ellos propone la bajada o incluso desaparición de las tasas universitarias. Curiosamente, son los partidos de izquierda quienes lo sostienen, entendiendo que eso ayuda a las clases menos pudientes.
El precio de las matrículas universitarias no cubre la quinta parte de un coste real financiado por todos.
Hace diez años dábamos noticia en la bitácora del nuevo marco de financiación de la universidad británica, que imponía las tasas académicas en costes reales y permitía suscribir un préstamo-renta a los estudiantes. Recordábamos la frase del Premio Nobel de Economía (1976) Milton Friedman, en el clásico libro (todo un manifiesto de las virtudes del mercado) Libertad de elegir (Grijalbo, 1980, pág. 252) donde con su pedagógica hipocresía nos decía:
“No conocemos un programa estatal que nos parezca de efectos tan poco equitativos, tan claro ejemplo de la ley del más fuerte, como la financiación de la enseñanza superior. En esta área, aquellos de entre nosotros que pertenecemos a las clases de ingresos medios y altos, hemos timado a los pobres subvencionándonos a nosotros mismos en gran escala.”
Cada vez que la leo me escuece más esta superficial reflexión. Hoy sabemos, por el informe Financiación de la educación superior en Inglaterra: Pasado, presente y opciones para el futuro, que los estudiantes británicos se están graduando con una deuda media de £ 50,000, e incluso más para los menos pudientes. Estos préstamos-renta universitarios difieren de los privados, ya que su reembolso es proporcional a los ingresos. Una situación que fue criticada por los auditores británicos, como dejamos constancia hace un par de años.
El origen familiar en términos educativos y económicos sigue determinando no sólo la posibilidad de lograr un nivel de estudios superiores y, por tanto, una mejor situación laboral. La noticia adjunta se hace eco del bajo porcentaje de universitarios que tienen origen humilde (el 10,6%), frente al 54,7% de los alumnos de grado de clase alta y el 34,7% de clase media. El ascensor social está averiado.
Otra de las amenazas para la juventud es que solo el 18’5% de los menores de 30 años en España estaban emancipadas en 2019. Se trata de uno de los valores más bajos de la serie, que no se veía desde el año 2002.
La brecha social es determinante del futuro personal y profesional de cada ciudadano. Un marxista clásico señalaría ese escenario como un claro ejemplo de reproducción capitalista de la sociedad.
La CRUE, divulgaba hace unas semanas La Universidad Española en Cifras – 2017/2018. De su interesante aportación hoy quiero destacar tan sólo unos epígrafes del capítulo 5. Me refiero a las tasas de empleo por titulación elaboradas por el equipo de Juan Hernández y José Antonio Pérez con la información disponible en la Administración del Estado. En concreto la inserción laboral de los graduados en el curso 2013/14, transcurridos cuatro años de finalizar los estudios.
Una documentación valiosísima que les permite apuntar (pags. 117 y ss.) algunas conclusiones interesantes, dignas de observar con calma:
El graduado percibe, como media, unos ingresos anuales que son un 52% superiores a los de una persona con nivel de formación de educación secundaria superior. Si su nivel formativo es de máster, obtiene, de media, unos ingresos anuales que son un 85% superior.
Entre 2015 y 2019, se crearon un total de dos millones de puestos de trabajo. De ellos, el 56% para titulados superiores. Como muestra: el gráfico siguiente, donde la tasa de paro de los universitarios, siendo alta en comparación con otros países europeos, es sólo un tercio de la correspondiente a la educación primaria.
Rentabilidad universitaria
Terminamos con un último y muy relevante dato. El prestigioso investigador Ángel de la Fuente hace muchos años que estudia la rentabilidad individual de los estudios superiores. Sin entrar en consideraciones sicológicas o culturales (como poder entender este artículo), de calidad de vida (propia y del resto de los conciudadanos) o de productividad y crecimiento económicos, hizo números considerando los gastos e ingresos que le ocasiona a una persona el estudio universitario. La prima salarial obtenida en España (inferior a la europea, eso sí) recompensa sobradamente la inversión y la perdida de ingresos durante el estudio. El resultado se concretaba en un 7%.
Pello Salaburu: “La universidad es básicamente invisible. Invisible como el aire: solo nos damos cuenta de su existencia cuando nos falta”
Para actualizar y debatir sobre el mismo tema se acaba de publicar el decimoprimer Cuaderno de Trabajo de Studia XXI (descargar) que lleva por título Rentabilidad individual y social de la Educación Superior. En esta ocasión, los profesores de Studia XXI se han propuesto profundizar en las variables asociadas al rendimiento académico de los estudiantes universitarios y a la rentabilidad individual y colectiva que proporciona dicho rendimiento a la educación superior, considerada como “bien público” o como “bien privado”.
Una versión más literaria de esta entrada fue publicada en La Nueva España.
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