Los contables quieren salvar el mundo

Esta vez fueron 90 millones de dólares. Se esfumaron en la Agencia de la Juventud de Kenia. Una trama de facturas falsas y pagos de servicios inexistentes confirman el último escándalo de corrupción en la burocracia de ese país africano. Hasta aquí nada nuevo. Si lo fue la solución adoptada por el presidente de la nación, Uhuru Kenyatta: hacer pasar a todos y cada uno de los contables del sector público por la prueba del detector de mentiras. 

Aún no sabemos los resultados del asunto, pero ha sido una medida tan drástica como original. En la Administración, los contables son la primera línea de defensa contra el fraude y su trabajo es la principal herramienta de transparencia y mejora de las organizaciones. La noticia del polígrafo nos sugiere que, en cualquier parte del globo terráqueo, si algo no se contabiliza bien, se descuida. No se valora. Se pierde. Somos así: lo que no se valora, se desvalora o no se protege. Se olvida. Se esfuma; sean 90 millones o las monedas del sofá.

Es el caso de los recursos naturales. Una respetada corriente profesional reivindica su reconocimiento y medición como activos públicos de los Estados. Se fundamenta en su capacidad para generar beneficios futuros (idea esencial del concepto contable de “activo”) no solo extrayendo los minerales sino poniendo en valor (antes se decía explotar) la ecología. Como factor de empleo y de rentas futuras, el aire limpio es tan importante o más que el carbón de la mina (¡a donde hemos llegado hablando de contables!). Por el contrario, la contaminación genera un gasto, sobre todo sanitario, perfectamente medible.

Llegados a este punto surge otra cuestión de actualidad: el activo material más valioso situado en Asturias ¿es el Parque Nacional de Picos de Europa? Otro problema será la titularidad de muchos bienes que promueven la riqueza sostenible de la zona ¿Cuál es el principal activo de Gijón: el puerto o la playa? ¿Podemos asentar en un balance los seres vivos, como la Tejeda del Sueve? ¿Qué valor razonable tendrían al carecer de mercado para determinarlo? Como se lo cuento, si las cosas se miden, al pasar de lo cualitativo a lo cuantitativo, los razonamientos se vuelven más sencillos. Yo mismo descubro, por ejemplo, que mi nieta Maeva hereda considerablemente menos Paraíso Natural del que yo recibí. Para compensar, disfrutará varias autovías.

Usted pensará que los recursos naturales son la parte menor de nuestras necesidades de información económica como para congratularnos por su registro. Puede. Como decía aquella simpática pintada, el dinero se inventó para saber cuánto debemos. Quizás las deudas sean lo verdaderamente importante.

Busquemos entonces otro ejemplo más oportuno, en este caso del pasivo: el problema del envejecimiento de nuestra sociedad. Menudo tema. ¿Hay receta contable para eso? El Consejo Internacional de Normas Contables del Sector Público (IPSASB) lleva quince años pidiendo que los Estados contabilicen en sus balances las obligaciones futuras con los jubilados. Este invierno, por fin, venciendo muchas resistencias políticas, el congreso mundial del IPSASB aprobará una norma al respecto. Un importante sector profesional recomienda incluir en los balances de los Estados la estimación de los desembolsos futuros por pensiones de los próximos 25 años. Otro grupo pide limitarlas a 5 años. Al fin y al cabo, un pasivo contable es un compromiso de pago futuro y cualquier actuario puede determinar con enorme exactitud su montante total en función de la esperanza de vida. Algo tan preciso como un alquiler contratado.

No lo dude, pronto veremos como todo cambia y nos acostumbraremos a decir: España debe en préstamos el 107% del PIB y en pensiones futuras, el 246% del PIB. Si entendemos razonable esta exigencia a cualquier sociedad privada (así, una compañía aseguradora) entonces porqué los Estados han de ser diferentes, máxime tras el acercamiento producido durante las últimas décadas entre la contabilidad privada y pública.

Que puñeteros son estos contables. Siempre han sido considerados unos empleados pacientes, poco extrovertidos y muy cuidadosos con las innovaciones. Su principio favorito es la prudencia: “los gastos se registran cuando se conocen, los ingresos cuando se devengan”. Además, para evitar la ingeniería financiera que proliferó y cebó la burbuja, impusieron un axioma revolucionario: la realidad económica prevalece sobre la forma jurídica. Las cosas son lo que son, no lo que parece que son. La madre de todas las discusiones con los auditores.

El hecho contable tiene su origen en la preocupación del hombre por el orden y en la necesidad de consensuar y atribuir valores a las cualidades, lo que simplifica las decisiones, como nos recordaba hace más de tres décadas uno de los padres de la Contabilidad en España, José María Fernández Pirla en su discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras. En efecto, un problema se aprecia (curioso verbo) cuando se cuantifica, se mide y todos nos damos cuenta de su verdadera magnitud. Pero la política sólo atiende al corto plazo y se necesitan estos organismos internacionales de profesionales, como los contables, para intentar poner cierta armonía en el futuro. Mas nos vale.

Dedicado a Enrique López González, catedrático de la Universidad de León, mi maestro y amigo, por muchos años.

9 comentarios en “Los contables quieren salvar el mundo

  1. MABEL MIRTA CABRERA

    Querido Amigo Antonio, excelente artículo. Como en otras oportunidades lo comentaré con mis alumnos de Contabilidad Pública. Esta vez omitiré citar que se trata de Kenia, tal vez piensen que ocurrió en algún lugar más cercano. Como es de público conocimiento no nos faltan ejemplos en nuestra querida Argentina. Siempre nos queda la esperanza de un mundo sin corrupción y sin actividades ilícitas en la Administración Pública. Nosotros los Contadores, los académicos y los miembros de los Organismos de Fiscalización estamos llamados para ello.

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