El año pasado cambió el Gobierno británico y sus nuevos titulares comenzaron un proceso para privatizar un gran número de instituciones públicas, entre las que se encuentra el órgano de fiscalización externa de los servicios locales. En este momento se está produciendo un gran debate sobre el asunto.
Los ingleses tienen dos instituciones de control externo de la actividad financiera pública: la Oficina Nacional de Auditoría – NAO– dependiendo del Parlamento británico para fiscalizar el presupuesto nacional –los escoceses, galeses o norirlandeses tienen la suya- y la Audit Commission para la auditoría legal y operativa de los 11.000 servicios públicos locales. Durante el verano pasado se anunció el cierre de esta última Institución, que será efectivo en 2012.
Audit Commission
Creada en 1982 como principal auditor de los organismos públicos locales, se encargaba de designar auditores (pagados por el auditado) en todo el sector local, sanitario, vivienda, seguridad ciudadana, bomberos y emergencias y otros servicios públicos. Algunos de estos auditores trabajan para empresas privadas de auditoría, pero muchos eran empleados de la propia Comisión.
Hasta ahora, podía nombrar auditores de su propio personal o de las compañías de auditoría, fijando el baremo de honorarios. Parece que en el futuro no tendrá auditores propios, aunque todavía se está estudiando como se concretará la reforma. Incluso se estudia que ese antiguo personal propio pueda constituir algún tipo de sociedad mutualista para competir por los contratos, en régimen de igualdad, frente las grandes compañías auditoras.
Hay un Código de Prácticas de Auditoría de órganos de gobierno local y otro Código de Prácticas de Auditoría de los organismos de salud, que determinan la forma de llevar a cabo la auditoría, aprobados por el Parlamento al menos cada cinco años, dándoles rango legal. También realiza rigurosos controles de calidad de los informes.
Se fiscalizan los estados financieros anuales y se opina acerca del comportamiento del organismo en el uso de los recursos públicos. Los informes son públicos.
Cambio de modelo
El mes pasado, el Gobierno británico nombró los consultores financieros que van a asesorar sobre la mejor manera de externalizar la totalidad de esas auditorías y efectuarán una valoración de las diferentes opciones. Se supone que el proceso ahorrará al contribuyente cincuenta millones de libras anuales.
Sin embargo, la reciente crisis financiera ha puesto de manifiesto a los responsables políticos los peligros que pueden surgir cuando las relaciones entre los auditores y los auditados son demasiado cómodas. La lección de la desaparición de Arthur Andersen, en 2002, es que la auditoría debe estar muy regulada y controlada, no sea que desaparezca el sistema entero.
Para animar tan arduo debate, hace unos días se hacía público que, entre 2008 y 2010, la Comisión había gastado 128.000 libras en agencias de reclutamiento de ejecutivos. Esto incluía £ 22.000 para contratar a un nuevo consejero delegado y £ 30.000 para reclutar un director de comunicación. Las cantidades restantes se dedicaron a buscar directores de servicios corporativos (£ 14,200 y £ 12,000), jefes de la política y la evaluación (£ 16,000 y £ 20,000) y un asesor de política financiación del gobierno local (£ 14,000).
La Comisión de Auditoría defendió la necesidad y habitualidad de esos gastos en la búsqueda de las personas adecuadas para ocupar puestos de responsabilidad de gestión: “Esos importes no son inusuales para estos servicios, que incluyen la agencia de head-hunters y la publicidad correspondiente”, dijo un portavoz.
No deja de sorprenderme que quien quiere privatizar todo proteste por el uso de consultoras. También me asombra que se critique el uso de circuitos no políticos para reclutar la Alta Dirección. En el continente estamos habituados a promocionar a antiguos compañeros de partido …
Tarjetas de crédito
Por si no estuvieran mal las cosas todavía, contestando a una pregunta parlamentaria, el órgano de control hizo públicos todos sus gastos con la tarjeta de crédito corporativa, de 2008 a 2010 y desvelando facturas de los mejores restaurantes de Londres, compra de música y entradas de cine. Más de £ 20,000 gastados por los directivos que tenían acceso a las tarjetas durante el período. El portavoz de los auditores defendió el uso de las tarjetas de crédito:
«Entre 2008 y 2010 se procesaron 8.818 transacciones a un costo promedio de £ 125. Todas las compras fueron para fines legítimos. Los pagos efectuados por las tarjetas se revisan de manera rutinaria para asegurar su correcto uso.«
Leyendo estas declaraciones parece que se hayan cambiado los papeles. Normalmente son los gestores quienes ofrecen estas explicaciones en los medios de comunicación.
Gracias por esta entrada tan ilustrativa como interesante.
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…O, el auditor cazado, ha sido el cambio fundamental en la perspectiva de analizar la posición personal del auditor en el proceso de su actividad y reflexión. La tesis del auditor auditado, cumple con trastocar la tradicional posición, que no da vuelta, que no coloca al auditor también como tema de análisis y crítica. Así, la cuestión consiste en determinar la relación personal del auditor con su trabajo específico y su demostración. Exigencia que permitiría reducir o eliminar las relaciones cómodas y sospechosas que han permitido dejar de lado el cumplimiento de la independencia y objetividad. Sin embargo, la permanencia de la crisis pone en duda, que la lección de Arthur Andersen se haya aprendido, Ernst&Young resulta la prueba, que el problema no se ha resuelto, al carecer de medios, procedimientos, o formas que permitan demostrar o garantizar que el trabajo específico de auditor ha sido independiente, y para ello, se requiere un nuevo modelo de auditoría, que sea pública y transparente…¡Pero, cómo seguir insistiendo en el rescate de lo público, cuando un fantasma recorre Europa… el culto superfluo a la privatización!
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Rendir cuentas siempre es un problema. Y digo siempre porque no hay NADIE que se libre. Desde el momento en que le das poder a alguien ese alguien asume que es el propietario de la función. Y tenemos demasiados ejemplos para ello. Si acudimos a nuestros Tribunales de Cuentas sucede exactamente lo mismo. Y cuando se audita al auditor nos damos cuenta de que seguimos cayendo en los mismos errores. Hasta el auditor tiene que rendir cuentas, pero no por su función de auditor, que se rinde de otra manera, sino por el ejercicio del poder.
La honestidad no se presume, se demuestra con hechos y todo aquel que se resiste a rendir cuentas o bien estas no están lo suficientemente claras para tener perfectamente claro el uso del dinero público, ya nos está reconociendo que no es HONESTO.
Pero entre tanto deshonesto ya nadie destaca. El rasero no mide por arriba, ahora ha cambiado. Se ha puesto al nivel de la delincuencia. Y no importa del país que se sea.
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Si todos los gobiernos, instituciones, y funcionarios públicos cumplieran con una verdadera rendición de cuentas, sin duda, habría una gran evolución en la gobernabilidad de cada país. Sin embargo, la realidad nos muestra que la rendición de cuentas se ha reducido a actos protocolarios e insustanciales. Donde en lo general, no se cumple con los principios sobre Rendición de Cuentas de la Declaración de Asunción (XIX Asamblea General de la OLACEFS) en cuanto:
1. La Rendición de Cuentas es la base para un buen gobierno. En tanto su objetivo es procurar el bienestar y progreso duradero de los pueblos. Pero, la realidad es la crisis económica, con la falta de empleo, la carestía..todo lo contrario al bienestar. Luego, no se debería examinar si las entidades de fiscalización están cumpliendo con su papel de vigilante de los fondos y políticas públicas.
2.Obligación de informar y justificar. Que afirma que todo funcionario público está en la obligación de informar acerca de sus decisiones y justificarlas de forma clara y completa publicamente. Sin embargo, el déficit es evidente. Ni se informa y menos se justifica en forma transparente sobre las acciones de la autoridad. La falta de credibilidad se encuentra en razón directa con el incumplimiento de la información y justificación. Y tal principio cabe a los órganos de control, pero.. ¿acaso se observa que las auditorías superiores, contralorías, o tribunales, justifiquen sus acciones y resultados?
3. Integralidad del sistema de rendición de cuentas. Que sostiene que el sistema de rendición de cuentas está constituido por una diversidad de actores sociales que interactúan tanto en el plano interinstitucional como la sociedad civil. Pero, sí los órganos de control y fiscalización permanecen como cotos cerrados, no permitiendo que la sociedad civil observe y verifique sus procedimientos de fiscalización.
4. Transparencia de la información. Que significa, la publicidad de las actuaciones públicas es premisa fundamental de la transparencia, por que la información presentada para los efectos de la rendición de cuentas debe ser confiable, relevante, clara, accesible,comprensible, verificable y PÚBLICA PARA EL CIUDADANO. Luego entonces, efectivamente la rendición de cuentas sigue siendo un problema, porque para una efectiva rendición de cuentas se necesita que la transparencia aparezca como una importante precondición. Pero además, para el logro de una rendición de cuentas clara y pública, se requiere también necesariamente, una fiscalización clara y pública.
Y no se requiere abundar en los demás principios para observar que el problema de la rendición no solamente es una cuestión de la falta de su cultura, sino que es ante todo, una falta de desarrollo teórico y conceptual. Y esto se deriva, porque los teóricos de la rendición de cuentas, provienen de la sociología, la ciencia política, antropología, derecho, u otras, pero que tiene como común denominador, que no son auditores, y por lo tanto, se han apropiado del discurso de la fiscalización es que se les presenta como legítimo, es decir, de la INTOSAI o los organismos oficiales de fiscalización.
Y esto ha conducido a la grave confusión entre rendición de cuentas y fiscalización; a aceptar sin examinar que se afirme que «Las entidades de fiscalización cuentan con herramientas para la explicar la gestión de los fondos públicos». Es decir, el problema de la herramienta, es decir, de la auditoría se ha obviado, se ha dado por supuesto, y ante un mundo en crisis, el punto de partida consiste en analizar los supuestos. Sí quitarnos las «anteojeras» que han permeado e influenciado nuestra forma de mirar el mundo de la fiscalización. Y quizá luego, podremos resolver conceptualmente la tríada indisoluble -la rendición de cuentas, la fiscalización y transparencia.
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