El mundo de la fiscalización de los fondos públicos está inundado del derecho administrativo. Es una realidad. Al fin y al cabo, su objeto es el control de la legalidad en la gestión pública.
Muchos de los empleados públicos (auditores, interventores o técnicos de áreas económico-financieras) aplicamos esa disciplina con la necesaria cautela. Nuestro admirado magistrado José Ramón Chaves suele comparar esa aproximación con la prudencia de quien maneja explosivos: somos conscientes de su fuerza, pero también de su complejidad y sobre todo del tremendo dinamismo de las leyes y reglamentos que se ocupan de contratos, presupuestos funcionarios, procedimientos varios, organización, etcétera.
Por esa misma razón, Chaves viene en nuestro auxilio con una obra monumental. Se trata de Derecho Administrativo mínimo, recientemente publicada por Editorial Amarante.

No es un manual habitual, y de hecho se anuncia con prudencia como algo mínimo; pero al abrirlo nos aguarda un tratado sobre los principios y fundamentos del régimen administrativo con un enfoque muy personal y la mejor jurisprudencia actual. El prólogo del magnífico administrativista y Rector salmantino, Ricardo Rivero, nos presenta la obra como pionera, donde no dejan de analizarse las tendencias actuales: la globalización, la buena administración, el uso de la inteligencia artificial o la simplificación administrativa.
No os oculto que empleé algunas conversaciones del habitual café matinal con Chaves para intentar cambiar el título. Si eres funcionario ya sabes que, sin darte cuenta, durante esa pausa sólo hablas de trabajo. En nuestro caso, también. Más bien parece la reunión de un órgano colegiado, hasta con orden del día. De hecho, bastantes amigos no pasan por nuestra cafetería porque sienten que molestan. Siempre hay proyectos en marcha que debatir. Unos en fase de concepto otros elaborándose o otros finalizando. Recuerdo que su intención era presentar la esencia de esa rama jurídica con la principal jurisprudencia y los padres académicos de la disciplina. Claro que él no intuía que, al final, alcanzarían las 788 páginas.
Quiero pensar que, cuando la obra se iba terminando intentó recortar alguna faceta, pero llegó a la conclusión de que nada faltaba y nada sobraba. Algo así como la conocida regla de San Benito. Recuerden que esta era un conjunto ordenado de normas prácticas escritas en el siglo VI para el gobierno de un monasterio. Toda la vida la vida monástica estaba organizada de acuerdo con 73 principios. Nada faltaba ni sobraba.
Pues bien, el Índice del libro de Chaves es prometedor y exhaustivo con 52 capítulos. Toda la vida administrativa ahí metida. Será una herramienta utilísima en la mesa de despacho de interventores, auditores y otros profesionales deseosos de contar con respuestas al alcance de la mano. Y para repasarlo en momentos de intensa reflexión estratégica.
Además, con originalidad, el autor se brinda a ofrecer una dedicatoria personal, en agradecimiento a quienes adquieran el libro antes del 1 de Junio de 2020 a través de Amarante Store, remitiéndola al email, siempre que el interesado lo solicite en el apartado Comentarios, tras cumplimentar la información de la web, una dedicatoria para sí o un tercero, un consejo o incluso una opinión.
Como veis Chaves no para. El más conocido mandato benedictino es el ora et labora, que él practica con ejemplaridad en sus múltiples colaboraciones profesionales, así como diariamente a través de su blog delaJusticia.com que es el desayuno literario de la mayoría de los profesionales del derecho público español.
Carlomagno en el siglo VIII invitó a seguir las reglas benedictinas a todos los monasterios de su imperio. Dio orden de que los monjes se aprendiesen de memoria todos los capítulos para estar siempre listos para recitar cualquiera de ellos cuando así se demandase. No sería raro que si encuentran a Chaves en alguna conferencia o seminario, puedan ser preguntados sobre algún concepto incluido en este libro. Y no pueden fallar …

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