Agenda de prioridades para el control externo

Santiago Martinez Arguelles, director del Gabinete Técnico del Tribunal de Cuentas de España, presentó en el V Congreso Internacional de Control Público y Lucha Contra la Corrupción de la Universidad de Salamanca, una posible agenda de las instituciones de control externo. Su conferencia resume un profundo estudio de las prioridades definidas en los planes estratégicos de diez Entidades Fiscalizadoras Superiores (EFS) de referencia internacional y cuatro organizaciones regionales que agrupan a este tipo de entidades. El rango temporal para el que hacen referencia los planes va de 2014 a 2018.

Los elementos que integraban las prioridades de las EFS se habían agrupado en seis bloques: el buen gobierno de las EFS, su impacto, las relaciones con partes interesadas, las técnicas de auditoría y las tecnologías de información y comunicación.

El buen gobierno de las organizaciones de control externo hace referencia, en primer lugar, a la necesidad de preservar su independencia a través de mandatos legales que tiene que estar adaptados a cada momento, de recursos adecuados para el desarrollo de sus funciones y de accesos suficiente a la información para el desempeño de su tarea. La independencia figura como una de las primeras preocupaciones porque es necesario vigilar su pleno cumplimiento para evitar retrocesos.

Otros aspectos del funcionamiento de las EFS como la ética, tanto de las altas direcciones como del personal técnico, su ejemplaridad y el cumplimiento de altos estándares de transparencia y de rendición de cuentas también se integran bajo esa denominación general de buen gobierno. En ella ocupa un lugar desatacado los aspectos relacionados con la propia organización y gobernanza institucional que debe estar dotada del dinamismo suficiente para atender a los sucesivos desafíos. En este sentido, se ha constatado la generalización se las prácticas de evaluación institucional, ya sea como autoevaluación u otras evaluaciones.

“Que incrementar su impacto es una de las prioridades de las EFS, es un hecho respecto al que hay consenso. Se trata de que sus actuaciones sean más relevantes, sean más útiles para mejorar el funcionamiento del sector público y más apreciadas por la sociedad”.

Precisamente, para que ese impacto se incremente, la sociedad espera que las aportaciones del control externo contribuyan a mejorar la eficacia de las actuaciones públicas y a combatir el fraude y la corrupción. La intersección de ambas cuestiones puede ser un gran reto para las EFS, ya que existe la tentación de que para prevenir el fraude se desplieguen unos mecanismos de control previo tan importantes que dificulten la propia eficacia del gasto. Un buen ejemplo de esa situación lo constituiría lo que se conoce como la “burocracia defensiva”.

La redefinición de las relaciones con las partes interesadas es otro de los retos de las EFS. En estos momentos, se puede decir que partes interesadas ya se encuentran en toda la sociedad, tanto en los directamente auditados como en las universidades, asociaciones especializadas o ciudadanía en general que tiene interés, quiere aportar y esperar ser atendida. Algunas EFS han empezado a articular mecanismos abiertos a toda la ciudadanía que quiera aportar a los procesos de planificación y/o ejecución de la actividad fiscalizadora.

También se redefine la relación con los parlamentos, para superar modelos tradicionales y comenzar a experimentar con nuevas experiencias de interacción entre las EFS y las personas que representan a la ciudadanía.

Para el ponente, hablar de partes interesadas en Europa exige tener en cuenta a toda una constelación de entidades especializadas en la supervisión y en el control de determinados ámbitos de la actividad pública con las que las EFS están llamadas a coordinar esfuerzos para identificar áreas de riesgo y para hacer más eficaz el control conjunto que se realiza, desde diferentes ámbitos, del sector público. Organizaciones que van desde la AIReF a la IGAE, pasando por la CNMC o las intervenciones de las entidades locales.

Otro gran ámbito de actuación de las EFS son las personas. Sin duda son su principal activo. Sin embargo, se está constatando que en algunas existen importantes desafíos a la hora de abordar eficazmente el importante relevo generacional que ya es inminente. Cuestiones como los mecanismos de selección y de captación de talento empiezan a adquirir un gran protagonismo.

Existe una relevante dimensión asociada con las personas: la capacitación. Es una prioridad que las EFS sean capaces de asegurar que su personal dispone de posibilidades de acceso a la formación necesaria para utilizar las técnicas y las tecnologías más vanguardistas para desarrollar eficazmente su trabajo. Sin embargo, esta formación no es sencilla, ni es barata, ni es fácil de organizar. Tenemos que asumir que en este campo la cooperación entre EFS es crucial, no sólo porque no todas las EFS tienen capacidad suficiente para desplegar en solitario este tipo de infraestructuras de conocimiento, sino hacerlo de forma aislada sería claramente ineficiente.

Los cambios en las técnicas de auditoría y su adecuación a los desafíos de las nuevas expectativas de la sociedad respecto a las EFS hace necesario que las técnicas se encuentren en proceso de revisión y actualización permanente para asegurar que las auditorías son de alta calidad. En este sentido, la entrada en vigor el uno de enero de 2025 de la nueva ISSAI 140 que evoluciona el concepto de calidad desde el control hacia la gestión institucional de la calidad supone una gran oportunidad y un gran reto.

Finalmente, las TIC son el otro gran pilar en el que se asientan las prioridades de las EFS. Las TIC son poderosas herramientas para apoyar la actuación de los equipos de auditoría y también suponen un reto a la hora de plantear auditorías de las propias tecnologías para evaluar su impacto en la gestión pública. Sin embargo, suponen desafíos no menos relevantes. Por un lado, la adecuada capacitación del personal al servicio de las EFS; por otro lado, la capacidad para movilizar importantes volúmenes de recursos para desarrollar los paquetes tecnológicos adecuados a la actividad de las EFS. A modo de ejemplo, nadie duda del potencial de la inteligencia artificial en la auditoría del sector público, pero los requerimientos de seguridad, confidencialidad, la especificidad de la labor del control externo convierte es este tipo de desarrollos en poco atractivos para el sector privado, por lo que será necesario abordar la realización de alianzas interinstitucionales que permitan a las EFS compartir recursos financieros para superar las importantes barreras de entrada que tiene acometer la construcción de este tipo de desarrollos que son auténticos trajes a medida.

En definitiva, Santiago Martinez Arguelles resumió a modo de conclusión del evento una agenda ambiciosa con muchos temas que ya son tradicionales y habituales en la planificación de la actividad de las EFS pero que los cambios tecnológicos y sociales han dado un nuevo significado y cargado de renovadas implicaciones (y oportunidades) para las organizaciones que se dedican al control externo y que aspiran a situar al bienestar de las personas como el fin último de su contribución a las mejoras en el desempeño del sector público.