Esta semana destacamos dos noticias relacionadas con la innovación y su apoyo desde las estructuras oficiales de la Ciencia en España.
Por una parte, la nueva Ministra de Ciencia e Innovación, concedía una amplia entrevista al Diario Expansión donde presentaba algunos de los objetivos preferentes de su programa ministerial. Por otra parte, tenemos el brillante discurso de Alvaro Cuervo en su Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Salamanca.
Modernizar las estructuras científicas
Uno de los principales desafíos declarados en su entrevista por la nueva Ministra, Cristina Garmendia, es promulgar una nueva Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, que sustituirá a la aprobada hace 22 años e intentará abordar al menos cuatro grandes retos:
1) La modernización de nuestras estructuras de investigación científica y, en particular, la racionalización y mejor coordinación de los Organismos Públicos de Investigación estatales;
2) La definición de una trayectoria investigadora coherente, completa y atractiva;
3) La simplificación, flexibilización y profesionalización la gestión y ejecución de las políticas públicas de I+D+i. En esta línea, la actuación más importante será la creación y aprobación del Estatuto de la Agencia estatal de Financiación, Evaluación y Prospectiva de la Investigación Científica y Técnica y;
4) La redefinición y mejora de los mecanismos de coordinación y colaboración de la Administración General del Estado con el resto de agentes que intervienen en el sistema y, en especial, con las comunidades autónomas.
La Ministra también desvela que el Estatuto del Personal de Investigación del Sector Público quedará integrado dentro de la reforma de esa nueva Ley de la Ciencia , que además intentará elevar la remuneración del Personal Universitario en Formación y del Personal Investigador en Formación hasta un mínimo de 1.400 euros en la fase de iniciación y de 1.700 euros en la fase de consolidación.
Simplificar, simplificar, simplificar ….
Su colega francesa, Valérie Pécresse, Ministra de Enseñanza Superior e Investigación, recibió durante el pasado mes de abril, el informe coordinado por el antiguo ministro Francisco d’ Aubert, sobre la nueva colaboración entre Universidades y Centros de Investigación.
En todos los informes están presentes las mismas ideas: reequilibrar la colaboración entre las universidades y los organismos científicos, armonizar las normas en materia de recursos humanos, simplificar las reglas de gestión.
En España, tenemos un ejemplo reciente en la Ley Contratos del Sector Público cuya Disposición adicional duodécima simplifica el procedimiento para la contratación del acceso a bases de datos y la suscripción a publicaciones que podrán efectuarse, “cualquiera que sea su cuantía”, como los contratos menores y (esto también es importante) con sujeción a las condiciones generales que apliquen los proveedores, incluyendo las referidas a las fórmulas de pago, admitiendo el pago con anterioridad a la entrega o realización de la prestación, siempre que ello responda a los usos habituales del mercado. Quienes hemos trabajado “para los investigadores” sabemos los rodeos que exigía contratar las publicaciones científicas y la ayuda que supone esta sencilla disposición.
Alvaro Cuervo, brillante
En su discurso «honoris causa», Cuervo realiza una reflexión desde la madurez intelectual obtenida con décadas de trabajo académico y profesional. Sus conclusiones no están exentas de pesimismo y algo de melancolía, quizás influido por ese Templo de la Ciencia que es el paraninfo salmantino.
Durante su exposición habló de la innovación. El estudio del paso de la I+D a la innovación le permite constatar varios hechos interesantes. Primero, que no existe relación directa entre I+D e innovación; segundo, que los indicadores de la I+D, tales como publicaciones científicas (España: 3% de la ciencia mundial) o patentes (0.7% del total mundial) no dejan de ser medios que se convierten en fines; tercero, que el desarrollo de la I+D no es un problema de oferta- más subvenciones y fondos públicos- sino de demanda; y, finalmente, que el espacio tiene importancia: recursos y capacidades, capital humano y tecnologías están en un territorio y no sólo en la empresa.
Desarrolla cada uno de los apartados en un discurso que merece la pena leer con calma. Termina con estas palabras:
Quizás se pregunten por el tono algo crítico de mis palabras. A ello sólo puedo responder que soy economista, y por ello algo triste. Lo que distingue la economía de otras ciencias sociales, no es su objeto de estudio sino su enfoque, una forma de ver la realidad y de analizar los determinantes de las elecciones sociales ….
Gracias por las referencias, Antonio. Me ha gustado el párrafo final de Alvaro Cuervo, lo de ser algo triste por dedicarse a la economía. El optimismo de los políticos debe ser también por deformación profesional. Así que los economistas que se dedican a la política tienen que estar hechos un lío.
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La modernización de la auditoría pública pasa necesariamente con la incorporación de la estructura de la ciencia, sin embargo, la visión predominante en la fiscalización es reducirla a una simple técnica. Por lo que se requiere una revolución a la manera de Copérnico…pero la ortodoxia, el tradicionalismo, y los mitos parecen demasiado fuertes para concebir que la auditoría pública, se debe construir como una ciencia. Sin embargo, el siglo XXI se caracterizará como la época que dividió a la fiscalización, en antes y después de la ciencia.
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Las conclusiones de Cristina Garmendia para mejorar la investigación van todas referidas a cambios en los criterios de gestión, incluyendo las estructuras organizativas y el status del personal. Evidentemente uno de los males que aquejan a la investigación pública (y al sector público general) son esas obsoletas estructuras burocráticas que no hay forma de poner al día.
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Garmendia está siendo muy activa en éste principio de legislatura, y, a diferencia de otras Ministras, las cosas que dice tienen todo el sentido.
Efectivamente es necesario poner un poco de orden en todo el panorama investigador. Quizás una ley sea la solución. Pero hay que tener cuidado porque a veces las previsiones y obligaciones que imponen las leyes resultan impracticables o impracticadas.
Ahora bien, mi preocupación fundamental no es por la salud de la I+D+I española, sino por su repercusión en el tejido socioeconómico. Tenemos tendencia a separar «el mundo de los sabios» del mundo real, de hacer I+D teórica e improductiva. A ver si lo vamos remediando poco a poco.
Iñaki: muy agudo, tío. Lo que dices parece afectar directamente a Miguel Sebastián, ¿no? ;-).
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