De Universidades, herejes y citas

Nuccio Ordine, fallecido en junio pasado, popularizó la utilidad de lo inútil. Nos recordaba siempre que los universitarios debemos ser herejes, despertar la conciencia crítica y como Kavafis, que lo importante no es llegar a Ítaca sino el viaje “pero no tengas la menor prisa en ese viaje”.

Ordine, que recibió en 2023 el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, nos deja algunas claves importantes en esta maravillosa presentación que os recomiendo contemplar con calma (entera, que dura una hora y media) donde habla -como filósofo- de la mercantilización de la enseñanza y la investigación.

Es conocida la alta capacidad crítica de nuestros académicos, incluso para decir, como concluyó Tomás y Valiente en su discurso por el doctorado Honoris Causa hace casi treinta años en el paraninfo salmantino, que la Universidad “debe seguir siendo profundamente sospechosa y algo inútil”.

Mi vitor, en algún lugar de la Universidad de Salamanca

La etapa universitaria debería ser ilusionante para los jóvenes, quizás algo utópica, pero también pegada a la realidad. Los gestores aceptamos con la obligada condescendencia todas esas críticas y los los movimientos contraculturales que han sido la esencia de la Universidad. Esto incluye los reproches sobre los procesos de mercantilización de la Universidad pero entendemos que la implicación de la Universidad en el tejido empresarial y social obliga a afianzar las relaciones de transferencia de tecnología, las evaluaciones del profesorado o de la propia universidad. Es lo que podríamos llamar ahora el propio modelo de negocio universitario.

Entre las Instituciones de excelencia, el MIT presume de gestionar directa o indirectamente un grupo empresarial que factura más que el Reino de Dinamarca. Sus graduados y sobre todo sus másteres son los más cotizados del mundo ¿por qué será? En España, aún recuerdo las consignas de algunas manifestaciones: “fuera las empresas de la Universidad”. Yo les preguntaría ¿Dónde van a trabajar nuestros graduados? ¿Saldrán suficientemente preparados para el competitivo mundo laboral que les espera? Porque ahora el mercado es global y está ahí fuera esperándoles.

La necesidad de sistemas para la evaluación del funcionario parece innegable, aunque encontrar la fórmula precisa es todo un arte. Es lo que hoy llamamos la cultura de los resultados. Osborne y Geabler se hicieron los gurús del management público repitiendo: “Lo que se mide se hace. Sino se mide no se distingue entre éxito y fracaso. Sin reconocer el éxito, no hay recompensa”.

La presencia de empresas en el Universidad es buena en sí misma, con independencia de si traen dinero o no. Incluso se habla de la Tecnópolis como estadio más evolucionado que la universidad vertical o matricial, caracterizada por incluir organizaciones de investigación y servicios que surgen por propia iniciativa de sus miembros (Solé Parellada) y cubren nuevas demandas (autofinanciadas) de formación continua, ensayos, consultoría, I+D o emprendedores. En todo este interesante entramado, “alguien tiene que pagar las facturas”.

Cara y cruz

Hace 50 años, Kenneth GALBRAITH, afrontaba este dilema en el clásico libro “El nuevo Estado Industrial” (Editorial Ariel, 1974, pág. 422 de mi arrugado ejemplar) con la paciencia del veterano. El párrafo no tiene desperdicio, lo incluyo entero a pesar de su extensión. Ha pasado medio siglo y mantenemos los mismos problemas conceptuales, no lo saltes:

“La filología clásica, las humanidades y algunas ciencias sociales conservarán y defenderán con creciente vehemencia (al notar la prosperidad y los emolumentos de sus colegas científicos) los viejos objetivos de la Academia. Criticarán a dichos colegas por el exceso de investigación industrial en su trabajo, por haber abjurado de la obligación primaria para con el conocimiento puro y su transmisión y por abandonar implícitamente el voto de pobreza académica. Los otros científicos contestarán con enérgicas protestas, garantizando la inmunidad de su virtud ante cualquier tentación pecuniaria, y arguyendo al mismo tiempo que alguien tiene que pagar las facturas. Esta discusión es ya cosa muy conocida en casi todas las universidades”.

El tema de las citas no es irrelevante. La Rectora de la Universidad de Harvard acaba de presentar su renuncia. El desencadenante formal del cese ha sido las acusaciones de plagio en parte de su obra académica («sin atribución apropiada») incluida su tesis doctoral de 1998, que debió revisar (lea el informe de Crimson). Las comillas importan. También importan los patrocinadores porque si profundizamos (como buenos universitarios) en las causas reales del relevo rectoral descubriremos que, tras su comparecencia en diciembre ante la Cámara de Representantes de EEUU, fue acusada de tibieza frente al antisemitismo en el campus. Al final, bastó que algunos importantes benefactores amenazasen con retirarse y ya se sabe cómo terminan estas cosas, incluso en la Institución que, hoy por hoy, es el baluarte de la tolerancia y la rebeldía del pensamiento.

Claro que debemos tener cuidado con la mercantilización, lo mismo que con la endogamia o el despilfarro. No están exentas de peligros, pero en la vieja Europa, las relaciones académicas o investigadoras con las empresas no son un problema, todo lo contrario. Es una obligación legal y la garantía del cumplimiento de la responsabilidad con los clientes (palabra odiada por muchos académicos) que son no solo los estudiantes sino la sociedad que paga esta costosa y necesaria burocracia profesional.

Debe y haber

La Fundación CYD ha presentado recientemente el Informe CYD 2023, un documento de referencia para la universidad española. Un cuidado trabajo que analiza, diagnostica y propone líneas de mejora para las instituciones de educación superior con el fin de favorecer su contribución al desarrollo económico y social. Sus conclusiones apuntan 7 prioridades estratégicas: aumentar la inversión, atraer talento y asegurar el relevo generacional, mejorar la empleabilidad, aumentar la transferencia de conocimiento, promover la internacionalización, mejorar el acceso y la equidad y acelerar la transformación digital. La reunión cuenta con resumen de cinco minutos y hay video íntegro de las 2 horas, para los muy cafeteros.

Una versión de estas reflexiones fue publicada en La Nueva España

Nota de sociedad: He sido designado por el Parlamento Asturiano, a propuesta del Partido Popular, como miembro del Consejo Social de la Universidad de Oviedo.


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