
El título de esta entrada no es mío sino del Primer Ministro francés al presentar el plan económico que seguramente tumbará su gobierno a la vuelta de las vacaciones y anticipa un otoño caliente. Literalmente, arderá París pues François Bayrou anunció un paquete de medidas de salvación de la economía francesa (que calificó en bancarrota) para que no acabe como la griega hace lustros. Avanzó la congelación de las pensiones y sueldos de los funcionarios, la eliminación de dos días festivos, con nuevos impuestos a las grandes fortunas y un aumento del copago en medicamentos
¿Cómo pudo Francia llegar a esto? Pues aprobando durante medio siglo presupuestos sin equilibrar, incluso en los mejores escenarios, dopando los ingresos con endeudamiento. Pero los intereses son implacables y la prima de riesgo amenaza con subir ante tal montante de deuda que supera los tres billones de euros, el 113% de su Producto Interno Bruto (PIB).
¿Tan difícil es equilibrar el presupuesto anual como hacen los ayuntamientos?; no sin dificultades. La inicial trayectoria rural del político francés parece haber influido en la valentía del ajuste. Los ganaderos acostumbran a meter los pies en barro de la economía real y venden la vaca por lo que vale. Aquí, las cajas rurales -no lo olvidemos- fueron las únicas instituciones de Ahorro que sobrevivieron a la crisis crediticia hace quince años. Otro ejemplo lo encontramos estos días en el Ayuntamiento de Tineo con un sector de los vecinos enfadado por el cierre de la Escuela de música, que no puede costear. Su alcaldesa, con ese espíritu ganadero, ha decidido no dejar pufos bajo la alfombra de un año para otro y dar sólo aquellos servicios -no obligatorios- que pueden asumir. Vivir acorde a las propias posibilidades, como hace cualquier familia, escasea en política y no da votos.

Michael Ignatieff, académico canadiense Premio Princesa de Asturias 2024 nos recuerda que el Estado de Bienestar está en crisis por “el abismo entre las expectativas sociales” de los europeos — en educación, sanidad, bienes públicos, ocio— y la capacidad recaudatoria. Durante los últimos años de crecimiento continuo se ha afrontado “podando el Estado liberal para hacerlo más eficiente y aumentando la carga fiscal sobre la clase media”, nos dice. Todas las sociedades —Canadá, Francia, España— se enfrentan a este problema que no pueden resolver sin voluntad política y desgaste. Su esperanza es que la gente piense: «No, no quiero poner en peligro tantos logros. Quiero legárselos a mis hijos» y acepte los ajustes frente a la demagogia.
Nosotros estamos mejor que nuestros vecinos del norte. Tenemos un endeudamiento casi idéntico a nuestro PIB, un billón y medio de euros, en cifras redondas. Sus intereses se comerán el 2,5% del PIB en 2025. No obstante, el fuerte crecimiento económico estos últimos años ha permitido mantener estable la carga financiera del Estado en términos relativos, aumentar también el denominador.

En España, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIREF) se creó como garante del cumplimiento efectivo del principio de sostenibilidad financiera de las Administraciones. Realiza y divulga informes no sólo sobre las Cuentas Anuales (el retrovisor) sino en tiempo real (el parabrisas). Con pocos medios y buen capital humano se ha hecho imprescindible por sus oportunos informes, más allá de haber sido una exigencia europea. Algo así como la diferencia entre el médico de cabecera (“¡deja de fumar!”) y la autopsia (“¡el tabaco le mató!”). Fue recibida con cierta desconfianza por las instituciones de fiscalización volcadas en la ingrata tarea de informar sobre la regularidad de la gestión ordinaria: legalidad, eficacia y eficiencia. Hoy, es habitual encontrar a su directora, Cristina Herrero, en los programas de los congresos y jornadas de control interno o externo, junto a representantes de las cámaras y sindicaturas de cuentas.
Pues bien, un reciente trabajo de la AIREF sobre la ejecución presupuestaria, deuda pública y regla de gasto 2025 de las AAPP, fechado hace un par de semanas, anticipa el incumplimiento de los objetivos de gasto en la Administración Central y Autonómica. Algo que exigirá medidas adicionales para reducir gastos o aumentar ingresos por 11.000 millones antes de final de año. Como mínimo, porque deja muchos recados. Veamos.

Muy elegante siempre en su redacción, el informe apunta: “detectamos divergencias relevantes entre el marco fiscal nacional y europeo”. Recuerda la AIREF que el procedimiento legal exige que los objetivos presupuestarios para los tres ejercicios siguientes se aprueban por el Gobierno, en el primer semestre de cada año y después se sometan a la aprobación de las Cortes Generales, previo informe del Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF), lo que lleva dos años incumpliéndose. De la misma manera, tampoco se ha presentado un proyecto de presupuestos generales del Estado ni en 2024 ni en 2025, incumpliendo (esto es mío) la Constitución Española.
Anticipa un déficit en el conjunto del Estado del 3% del PIB, distribuido de la siguiente manera: 2,1 para la Administración Central, 0.5 Seguridad Social y 0.4 las CCAA (Once CCAA cerrarán con equilibrio, pero Cataluña y Comunidad Valenciana sumarán un déficit superior al 1% del PIB). FEDEA acaba de presentar un informe sobre la evolución esperada del gasto en intereses de las CCAA durante los próximos años que ha sido elaborado por Manuel Díaz y Carmen Marín. Realizan una simulación del coste de la deuda pública autonómica bajo supuestos convencionales a lo largo del periodo 2022-2028 (déficits moderados yun crecimiento del PIB superior al 4%). Sin embargo, los gastos por intereses más que se triplicarían en tan sólo 6 años. «Esta situación obligaría a redirigir recursos crecientes desde otras políticas públicas hacia el pago del servicio de la deuda», nos avisan.
Siempre nos quedan las Corporaciones Locales aprueban con nota, en términos globales. Todo ello sin hablar del impacto fiscal y macroeconómico de la caótica política arancelaria de EEUU (hasta la fecha se han aprobadas medidas financieras por 7.220 M€) y el compromiso de incrementar el gasto de defensa.

Uno de los apartados molestos del informe AIREF se refiere a la necesaria ejecución de sentencias judiciales. Algunas, como la reforma llevada a cabo en 2021 con el complemento de pensión para la reducción de la brecha de género prevé un impacto en el déficit del año 2025: 0,12% del PIB, por la equiparación de la paternidad a la maternidad. Además, en septiembre de 2024, el Tribunal Supremo declaró ilegal el tramo autonómico del Impuesto de Hidrocarburos, con otros 6.500 millones de euros pendientes de pago. Luego quedan otros chaperones como los 850 millones de euros pendientes de registrar en el déficit por el impuesto de operadores de telefonía móvil -declarado contrario al Derecho europeo- o los litigios que siguen abiertos de las energías renovables con arbitrajes internacionales condenando a pagar 1.400 millones y los flecos del Prestige (cuantía indeterminada) o el caso TP Ferro por el gatillazo ferroviario del túnel de El Pertús entre Francia y España (nosotros: 750 millones).

La AIREF estima que el gasto en pensiones de la Seguridad Social aumentará un 6,2% en 2025 por la revalorización anual, por el aumento del número de beneficiarios y el efecto sustitución (los pensionistas que entran cobran más que los que salen). Como nos recuerda estos días El economista, los nuevos jubilados entraron en enero con una nómina media de 1.754,24 euros al mes cuando salían del sistema (fallecimiento) pensionistas que contaban con nóminas medias de 1.298,02. Todo ello a pesar de algunos ajustes llevados a cabo durante los últimos años. Sin embargo, como viene insistiendo el Tribunal de Cuentas de España, al fiscalizar la Cuenta General del Estado, este tipo de medidas coyunturales no resuelven los problemas estructurales de sostenibilidad financiera de la Seguridad Social.
En fin, que todo esto se va a cocer durante el otoño, querido lector, como anticipa la AIREF, pero seguiremos sesteando este mes de agosto, que viene que muy caluroso. Ignorar estas cosas puede permitirnos una vida más tranquila y menos problemática. Como el avestruz.
Publicado en La Nueva España



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