
La actualidad nos marca el ritmo blogosférico. La concesión a Al Gore del Premio Principe de Asturias de Cooperación Internacional nos permite reflexionar sobre su relevante trayectoria en los años noventa, tanto como impulsor de la nueva gestión pública como por su decidido apoyo a Internet.
La mayor parte del contenido y el estilo de las reformas administrativas promovidas durante la década de los noventa derivaron de un best-seller publicado en 1992 y muy difundido durante la campaña del candidato Bill Clinton: Reinventing Government de David Osborne y Ted Gaebler. El texto tiene un mensaje simple: desregular la Administración e introducir incentivos de mercado en la provisión de servicios públicos.Algo estaba cambiando en el sector público en Estados Unidos. En septiembre de 1993, su gobierno publicó un informe sobre los procesos y estructuras de la burocracia norteamericana, dirigido por el entonces vicepresidente Al Gore: National Performance Review (NPR).
El documento subtitulado “un gobierno que funcione mejor y cueste menos” (había una traducción del Instituto Vasco de Administración Pública) sigue siendo un referente que enfatizaba dos temas. Por un lado, lo que podríamos llamar el empoderamiento (empowerment) de los funcionarios de nivel medio y bajo, y por otro, la desregulación de la actividad administrativa.
El objetivo general no era otro que hacer de la Administración una organización más orientada a los resultados, más descentralizada y menos jerárquica. Gore tuvo muchas dificultades, pues la mayor parte de esas reformas requerían cambios legislativos, y los republicanos tenían el control del Congreso. Además, la reinvención estaba vinculada directamente con Gore, un posible candidato demócrata a la presidencia.
La iniciativa para promover un gobierno más orientado hacia los resultados y más responsable dio lugar, en 1993, a la Ley de Desempeño y Resultados en el Gobierno, promovida en el Congreso para reafirmar su control sobre la Administración Pública, al requerir a cada agencia un plan estratégico con indicadores acordados con la General Accountability Office, el órgano de control externo norteamericano. Los resultados de esos planes debían ser supervisados por el Congreso para la toma de decisiones presupuestarias.
El gobierno de Clinton no tuvo más remedio que introducir cambios “agencia por agencia” , en lugar de intentar una reforma que abarcara todo el sector público. Pero dejó una imagen de la burocracia americana más moderna y emprendedora. Y en esta mejora se puede reconocer la figura de Al Gore.
En fin, que las reformas administrativas son un asunto político, que no puede ignorar la distribución de poder ni las rivalidades institucionales, más allá de los componentes técnicos. Otra de las contribuciones de Gore fue apoyar el crecimiento de internet en USA y, por tanto, en el mundo. Por eso, he pedido a Pedro Herrero Mestre, joven colaborador en mi trabajo como síndico, unas notas sobre la figura pública de Gore en su relación con la red. Henos aquí probando la cámara del Mac.

“Yo inventé internet”, por Pedro Herrero Mestre.
El 9 de marzo de 1999, durante la preparación de su campaña por la presidencia de los Estados Unidos, el hasta entonces vicepresidente Al Gore daba una entrevista al periodista Wolf Blitzer en el programa de la CNN “Late Edition”.
En un momento de la entrevista Blitzer le pide que explique los motivos por los que los demócratas deberían apoyarle en las primarias en vez de a su compañero de partido y oponente en ese momento Bill Bradley.
Al Gore desgrana una serie de actividades e iniciativas desarrolladas durante su carrera política, donde el medio ambiente y las nuevas tecnologías gozan de un papel preeminente. A mitad de su discurso lanza esta frase “I took the initiative to invent the Internet”. Cuya traducción literal podría entenderse como “Tomé la iniciativa de inventar Internet”. Sigue hablando sobre otros temas, termina su breve intervención y el periodista retoma la entrevista.
Al Gore acababa de dilapidar uno de los mayores activos de su campaña, y nadie, ni el entrevistado ni el entrevistador, se había dado cuenta.
Mensaje racional contra mensaje emocional
Sus adversarios políticos y un gran número de periodistas y humoristas no tardaron en a encontrar un filón en la frase falsa, “I invented Internet”. Adjudicándosela al candidato y haciendo toda clase de comentarios humorísticos sobre la capacidad investigadora de Al Gore, la opinión pública recibió la parcial imagen de un Al Gore describiéndose como el “creador” de Internet. Indudablemente era mucho más atractivo escribir sobre un político que había asegurado inventar Internet que sobre alguien que simplemente se había puesto como ejemplo de promotor de las nuevas tecnologías.
Incluso la Red, que Gore tanto había apoyado a lo largo de su carrera política, se volvió contra él. La corriente de pensamiento dentro de Internet se indignó ante la idea de que alguien se arrogase su “creación”. Comentaristas, gurús de las nuevas tecnologías, todo aquel que tuviera alguna relación el mundo web quería explicar lo obvio, que Internet es una “red social” que sigue un modelo de crecimiento desconcentrado y descentralizado. Y lo hacían en contestación a una desafortunada frase de alguien que, sin ningún género de dudas, promovió desde la Casa Blanca las mayores inversiones en autopistas de la información.
El chiste se institucionaliza y sustituye al diálogo. Al Gore se ve obligado a explicar una y mil veces qué es lo que quiso decir, muchas de ellas en respuesta a bromas preparadas por guionistas con días de antelación. Incluso, a riesgo de parecer presuntuoso y fatuo, debe minorar sus logros en ese campo, incontestables para cualquiera que analizara con un mínimo de rigor su labor.
Todos conocemos el resultado de las elecciones del año 2000. Sin ánimo de polemizar sobre el estrecho margen de victoria, nadie duda que el mundo que hoy conocemos, no sabemos si sería mejor o peor, indudablemente sería distinto si Al Gore hubiera ganado aquella votación.
Forma sobre fondo
Dice el mito que si la nariz de Cleopatra hubiese sido dos centímetros más larga la historia de Egipto, Roma y, subsiguientemente, la de Europa hubiese cambiado. Sin querer profundizar, siendo históricamente un concepto desmontado dicen que la hechizante belleza de la emperatriz de Egipto servía de excusa masculina para justificar su mayor inteligencia y capacidad geoestratégica.
Volvamos a la actualidad, a esta era de imagen y sonido trasmitida instantáneamente para una audiencia mundial que se encuentra a un clic de distancia. Puede decirse que al candidato Al Gore le vencieron por variados motivos: uno de ellos fue la imagen estirada y pretenciosa de la que no pudo desprenderse, en parte debido a errores de comunicación como el de la entrevista con Blitzer.
No descubro nada al asegurar que la comunicación hoy en día es algo fundamental. Sigamos con la lista de obviedades: El mensaje debe acomodarse al destinatario; retener la curiosidad mediante un mensaje emotivo cuesta menos esfuerzo, impacta con mayor velocidad y fuerza; pero el mensaje racional, si salva el escollo de la atención, imprime con mayor duración en el receptor. Si ambos se combinan en su justa medida generarán los mayores efectos en la audiencia.
El miércoles, día 6 de junio de 2007, un jurado presidido por el ex presidente del Gobierno español Leopoldo Calvo- Sotelo, pueden verlo aquí y aquí, decide conceder el premio “Príncipe de Asturias” de Cooperación Internacional a Al Gore.
La película que ha dado pie a todo este movimiento “An Unconvenient Truth”, es un ejemplo de la fuerza combinada de ambos tipos de mensaje. De un lado, los datos y el razonamiento; del otro, los chistes, los argumentos cordiales y la voz en off de un hombre explicándonos su vida rodeado por la naturaleza, con su familia, etc.…
Algunos opinan que este tipo de comportamientos trampean el mensaje. Otros, que forman parte de las herramientas necesarias para trasmitir. Aplicándolo al mundo de la función fiscalizadora, memorias más amistosas, publicaciones divulgativas, campañas de comunicación, etc., pueden servir como ejemplos dentro de este campo. La temática sobre la fiscalización es indudablemente árida para la ciudadanía, unido a la tremenda dificultad de expresar conceptos muy técnicos a un nivel suficientemente simple para que pueda ser entendible, y todo ello sin restar fidelidad al mensaje. Objetivo comunicativo complejo pero a perseguir.
Les dejo con una reflexión final. Se dice que en el ámbito periodístico sólo las malas noticias son noticia, el periodista suele sucumbir a la tentación de un titular atractivo.
De esta manera cualquier comentario con una posible mala interpretación será posiblemente malinterpretado con seguridad. Así que si creen haber cometido un error lingüístico no duden en perder tiempo aclarándolo.
Y sobre todo, no digan que han inventado Internet.

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