Hace unos años leí, en el número 91 de la revista Cuenta con IGAE, un artículo del auditor Pablo Lanza Suárez que presentaba algunas herramientas automáticas de interés en la auditoría electrónica. Me impresionó conocer La Ley de Benford (ver página 30 y siguientes) según la cual, en la vida cotidiana, los números no son equiprobables.
En efecto, durante los años 30, el físico Frank Benford detectó que sus tablas de logaritmos estaban mucho más gastadas en los números bajos que en los altos. Tras arduo trabajo, comprobó empíricamente que, en los números que existen en la vida real, aquellos números que empiezan por el dígito 1 ocurren con mucha más frecuencia que el resto de números. Además, según crece este primer dígito, más improbable es que este forme parte de un número. Este hecho se puede aplicar a hechos relacionados con el mundo natural o con elementos sociales, como facturas, precios, recaudación, etc. La aplicación de esta Ley en la detección de fraudes permite encontrar aquellas distribuciones de datos económicos que pudiesen estar manipulados: ingresos diarios manipulados, gastos menores inventados … He aquí un ejemplo de como una herramienta estadística ayuda en los procesos de auditoría.
La mayoría de las normas de auditoría pública, cuando se enfrentan a la fiscalización en entorno informatizado, exigen que el auditor posea un conocimiento suficiente de ese entorno informático para planificar, dirigir, supervisar y revisar el trabajo efectuado. Si se prevé el recurso a un profesional externo que posea estos conocimientos, el auditor deberá reunir pruebas de auditoría suficientes, pertinentes y fiables para demostrar que el trabajo efectuado permite responder al objetivo de la fiscalización.
Por eso, cada vez es más frecuente que los auditores promuevan la formación en estos asuntos, como el Foro Tecnológico que promueven los OCEX para sus funcionarios todos los años.
No puedo más que estar de acuerdo con la afirmación que se hace en la entrada respecto a la necesidad de que el auditor tenga conocimientos suficientes también desde el punto de vista informático, pero además por varias razones:
-Los libros físicos de contabilidad tienden a desaparecer…y las normas contables ya recogen este lógico criterio…quien quiera consultar la contabilidad tiene que saber «navegar» a través del aplicativo de contabilidad…e incluso sería deseable que pudiese comprobar la integridad de sus datos (la correspondencia de los que da el programa con la base de datos que lo sustenta)….y cómo y quién se administra el sistema (permisos de acceso, restricciones, borrado y barrado de operciones, etc).
-En muchos casos los justificantes de operaciones también son electrónicos, están grabados en un soporte magnético.
Si un Ayuntamiento, por ejemplo, como es deseable hace efectivos todos sus cobros a través de procedimientos bancarios normalizados (cuadernos bancarios 60-1 para recibos, 60-2 para liquidaciones, 60-3 para autoliquidaciones, 19 para domiciliaciones, 63 para embargos de cuenta corriente, etc)…es requisito necesario para poder analizar todos estos soportes.
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En la página del I Foro tecnológico se puede ver una caso práctico sencillo de utilización de herramientas informáticas para aplicar la Ley de Benford.
Ver en el enlace: http://www.sindicom.gva.es/web/wdweb.nsf/documento/ftvalencia/$file/Caso_practico_SRausell.pdf
En la Sindicatura de Cuentas de Valencia lo aplicamos hace años con buenos reultados de análisis.
Saludos
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visiten este link de mi universidad les va a ayudar mucho en auditoria:
http://www.icm.espol.edu.ec/main/Auditoria.aspx
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Pingback: Control interno y ciberataques | Fiscalizacion.es
si necesitan saber mas de la ley benford en auditoria me pueden escribir
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