El concejal subió a toda velocidad las escaleras del pequeño y rústico edificio municipal. Los viejos peldaños de la sextaferia del 58 se quejaban de cada pisada. Sin llamar, abrió la puerta del despacho consistorial. Llevaba un oficio en la mano y el rostro desencajado. Sudaba. Se quitó la gorra y ambos se acercaron a …
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