La actual crisis se ha llevado muchas instituciones por delante y, al parecer, también algunos dogmas económicos y políticos. La vieja Europa, que apostaba por el Estado de Bienestar, ahora recorta sus gastos con unas tijeras dignas de un neoliberal; mientras tanto, los Estados Unidos apuestan por aumentar el gasto público y, por tanto, su déficit.
¿Acaso se han terminado las ideologías? ¿Qué postura es la acertada? ¿Es Obama un comunista, como dicen los exaltados del Partido del Té? ¿Estamos desmantelando nuestras conquistas sociales en Europa? No nos pongamos melodramáticos en domingo: ¿Ganará España el Mundial de Fútbol?
El diario Público abre hoy con el titular “El estado del bienestar está en peligro” y nos previene ante el retroceso que “nos conducirá a un Estado del bienestar mínimo para los más pobres y todo lo demás, privado». Por otra parte, el diario Expansión presenta la situación de adelgazamiento del sector público en toda Europa, en un cuidado artículo donde queda clara esa tendencia imparable.
En ese marco, llega el Tribunal de Cuentas de Francia y toma partido …
Degradación sin precedentes de las cuentas públicas francesas
El Tribunal de Cuentas de Francia publica el 23 de junio pasado su informe anual sobre la “situación y las perspectivas de las finanzas públicas”, con vistas al debate de orientación presupuestaria que se celebrará 6 de julio en la Asamblea Nacional. Sus conclusiones se sitúan en la misma línea de los informes precedentes, que habían alertado sobre la inquietante degradación de las cuentas públicas y subrayado la necesidad de tomar medidas para un enderezamiento que “cuanto más tardío, será más costoso”.
Así, el Tribunal previene sobre el déficit público de Francia, que representa el 7,5% del PIB en 2009 «por encima de la media europea y muy lejos del déficit alemán” (3,3% del PIB) y cuyos dos tercios suponen un peligroso déficit estructural (un 5%).
El auditor entiende que es esencial promover «una fuerte recuperación de las finanzas públicas en 2011 para estabilizar la deuda pública y evitar el efecto bola de nieve de los intereses».
Sobre las previsiones macroeconómicas oficiales, las describe como “optimistas” (crecimiento del 2,5% del PIB anual desde 2011 hasta 2013) y considera más realista un crecimiento cercano al 1,8% a lo largo de los próximos años. Para llegar a un déficit del 3% del PIB en 2013 y el equilibrio presupuestario en 2016, recomienda realizar un esfuerzo en «las prioridades de gasto» afirmando que es necesario avanzar en la contención de la nómina pública, de las prestaciones sociales y la intervención estatal.»
En cuanto a las Administraciones locales, el Tribunal declaró que «a pesar de las incertidumbres derivadas de la reforma de su fiscalidad, es necesario un retorno al equilibrio de las cuentas públicas locales, a ser posible sin aumentar los impuestos”. Este objetivo, para el Tribunal, requiere una contención de los gastos de personal, una gestión más eficiente de los municipios y sus Entes instrumentales, una reorientación de las autoridades locales sobre sus competencias obligatorias.
El Tribunal señala ciertas pistas donde hacer economías: los gastos fiscales, que aumentaron el 8,5 % anual desde el 2004, y cuyo coste podría ser reducido por 10 Md€; la evolución de las remuneraciones en la administración pública y los gastos sociales.
“El coste de la inacción sería superior al de una reducción rápida de los déficit”, llega a afirmar, reclamando una reacción a la vez rápida, fuerte y continua para consolidar la credibilidad de Francia. En definitiva, tal reducción “es necesaria para asegurar la confianza de los agentes económicos, evitar los comportamientos especulativos que dificultan el crecimiento, y permitir que el Estado conserve una cierta capacidad de intervención”.
La postura contraria
Lo alternativa viene siendo defendida por una corriente económica, cuya cabeza visible es el Premio Nobel Paul Krugman. Así en su tribuna semanal de El País, hoy habla muy clarito:
Pero si al final tenemos que subir los impuestos y recortar el gasto, ¿no deberíamos empezar ya? No, no debemos. Ahora mismo tenemos una economía enormemente deprimida, y esa economía deprimida está infligiendo daños a largo plazo. Cada año que transcurre con una tasa de paro extremadamente alta, aumenta la probabilidad de que muchos parados de larga duración nunca se reincorporen a la fuerza laboral y se conviertan permanentemente en ciudadanos de segunda categoría. Cada año que hay cinco veces más gente buscando trabajo que ofertas de empleo, a cientos de miles de estadounidenses que terminan sus estudios se les niega la posibilidad de iniciar sus vidas laborales. Y cada mes que pasa nos vamos acercando a una trampa deflacionista similar a la japonesa.
En momentos así, la tacañería no solo resulta cruel, sino que pone en peligro el futuro del país. Y ni siquiera es demasiado útil para reducir la carga de nuestra deuda futura, porque racanear con el gasto ahora amenaza la recuperación económica y, con ella, la esperanza de que aumenten los ingresos.
De modo que este no es buen momento para la austeridad fiscal …
No obstante, vivimos en la Europa del euro y no se nos ha dado opción. Como recuerda hoy el diario El Mundo, la inauguración de la cumbre del G20, este fin de semana en Toronto, ha estado influiída por una disputa entre Europa y Estados Unidos sobre si los países ricos deberían concentrarse en recortar sus déficits o en estimular el crecimiento económico. El Secretario del Tesoro estadounidense entendía que se saldrá de la crisis a velocidades diferentes, si bien, «es muy importante que Grecia o España se muevan con mucha rapidez para demostrar a los mercados que tienen la voluntad de actuar«.
..Y sin embargo, la actual crisis no ha conducido a las instituciones de control y fiscalizacíón a examinar que su modelo se encuentra también en crisis. Y sí, la degradación de las cuentas publicas es un fenómeno general, pero el enderazamiento incluye la transformación de la auditoría pública y de las entidades de fiscalización superior.
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Gran artículo.
En otra de estas nos dejan sin soberanía estatal. Hoy, alguno se acuerda de que cedimos una parte de la política monetaria al BCE sin dotarnos de herramientas de coordinación fiscal.
Haciendo y aprendiendo. Los peajes del proyecto europeo son poco si lo que ganamos es la paz.
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