Cuartos de final de la Champions. El delantero sorprende con velocidad al defensa rival quien, en un segundo, debe decidir si hacer penalti. En apenas un instante, es capaz de evaluar el riesgo real del gol si pasa el rival y compararlo con las múltiples consecuencias para el resto del partido ante su segura expulsión. Más aun, en esa veloz visión, aun puede calcular la situación del equipo para el encuentro de vuelta … Sus años de experiencia, la heurística como el arte o procedimiento práctico e informal para resolver problemas, le permiten desenvolverse sin necesitar inteligencia artificial. Decidir, esa es la cuestión.

En la gestión sanitaria se considera el triaje como una de las tareas profesionales más difíciles. Para quien no haya oído hablar nunca del término les diré que es la persona responsable de atender a quien llega al mostrador de las urgencias hospitalarias, por lo general es un profesional de la enfermería. Simplificando, asigna el color del semáforo (rojo, ámbar o verde) al paciente para determinar su prioridad, según muchos factores, cada vez más formalizados ¿Quién va primero? Parece que el orden de llegada no influye demasiado. Tampoco la historia que cuenta el paciente. El de la garrapata terminará en un minuto, mejor quitarlo de en medio, pero el anciano con la fiebre tiene prioridad.

Sólo o en compañía de otros (padres, hijos …) todos hemos asistido alguna vez a este procedimiento clave que afecta al pronóstico del paciente, y que depende mucho de la experiencia del profesional encargado y de su perfil personal que incluye empatía, paciencia y capacidad de comunicación, liderazgo y deducción. Llevaba tiempo queriendo rendir este homenaje a esa imprescindible tarea y sus anónimos responsables. Máxime recordando la frase favorita del Dr. House: “el paciente miente siempre” que exige a nuestros intuitivos y veloces protagonistas no bajar la guardia y a nosotros, al menos una tribuna periodística. Dicen que la principal las característica de las urgencias hospitalarias (y que más gusta a algunos profesionales) es que ningún día es igual al anterior.

En cierta ocasión leí que durante la fase aguda de la pandemia, cuando no había respiradores iguales para todos los pacientes, un segundo triaje (llamémoslo así) asignaba los escasos recursos en función de las posibilidades de sobrevivir. Una tarea muy compleja que implica conocimientos y práctica, pero también sentido común y algo de chispa. También valor para asumir ciertas decisiones en los servicios de urgencias.

La experiencia es una de las ventajas de hacerse mayor: usar cada vez más el sentido común. Pero las cosas están cambiado y ahora parece que el dominio de las técnicas es preferible, en un mundo de superespecializacion, en una sociedad tecnológica que es adicta a la eficiencia donde todos formamos parte de un proceso que nadie domina en su totalidad. En 2024, los hospitales españoles podrían acoger a los primeros residentes urgenciólogos, una especialidad sanitaria que nace con polémica entre los distintos profesionales implicados y que en los próximos días debería resolverse, si otros asuntos políticos más urgentes no lo impiden.

Siempre me ha maravillado la facilidad con que todos priorizamos y categorizamos en nuestro trabajo diario. Lo hacemos constantemente, acelerando además de forma significativa la toma de decisiones. Asumimos riesgos y valoramos escenarios, generalmente con estereotipos y rutinas donde los posibles errores puntuales quedan sobradamente compensados por los más frecuentes aciertos.

La realidad hospitalaria nos indica que las urgencias se han convertido en la verdadera puerta de entrada a la atención sanitaria, lo que tensiona aún más el triaje.

No queremos olvidar aquí un elemento importante en la cadena asistencial, que exige también cualidades extraordinarias: el servicio de emergencias. El Consello de contas de Galicia fiscalizó la década pasada la Fundación Pública Urgencias Sanitarias de Galicia-061. Entre otras cosas realizó un análisis de la ejecución del contrato-programa suscrito con el Servicio Gallego de Salud. Así, pudimos conocer:

“El tiempo que transcurre desde que el recurso asistencial recibe la orden de movilización hasta que inicia efectivamente el desplazamiento hacia el punto del incidente, no debe de ser superior, según el contrato-programa, a 3 minutos y 30 segundos en el caso de las ambulancias y de 5 minutos y 30 segundos en el caso de los helicópteros. Los resultados alcanzados en el año 2014 fueron de 2 minutos y 24 segundos para las AA-SVA, 1 minuto y 51 segundos para AA-SVB y 4 minutos y 36 segundos para los helicópteros. El cumplimiento del indicador relativo a las ambulancias resulta importante ya que de él depende que la fundación perciba el 1,25% (539.230 euros) de la anualidad del contrato-programa (apartado VIII.1 del informe)».

Un tema no enos importante es la persona encargada de la recepción de las llamadas de los usuarios y de la gestión y coordinación de las labores asistenciales. Se atendieron durante ese un total de 1.165.625 llamadas, lo que supuso una media diaria de 3.193. De estas llamadas solo el 40% generaron procesos asistenciales, mientras que el 64% restante no.

El Consello también realizó la fiscalización de los servicios de urgencias de los hospitales gallegos. Unos trabajos muy interesante a pesar de los más de diez años transcurridos donde entre los muchos apartados se ha procedido a la revisión de la actividad de triaje, mediante la monitorización presencial de los procedimientos empleados, entrevistas con los encargados y revisión material de una muestra de las clasificaciones efectuadas en el periodo de una semana (Complejo Hospitalario Universitario de Santiago, pág 63). Una labor enorme que abarcó aspectos organizativos, evonomicos y de recursos humanos en los principales hospitales de Galicia y queremos pensar que ha contribuido a mejorar la asistencia.

La realidad hospitalaria nos indica que las urgencias se han convertido en la verdadera puerta de entrada a la atención sanitaria, lo que tensiona aún más el triaje. Pero si todo es urgente nada lo es, y los medios en esa primera atención son los que son, lo que nos hace comprender la afirmación de la sentencia de la sala contencioso-administrativa de nuestro Tribunal Superior de Justicia de Asturias de 29 de julio de 2021:

“comprendemos y debemos dejarlo claro, que el servicio de urgencias no puede convertirse en centro de realización de todas las pruebas diagnósticas imaginables pues supondría convertirlo en un hospital autónomo dentro del propio hospital, a todas luces inviable funcional, orgánica y presupuestariamente. También comprendemos que no todas las patologías tienen solución, ni en urgencias ni en planta ni en unidades especializadas, por las limitaciones de la ciencia médica ante el universo de patologías y circunstancias de cada paciente (…) ofrecida en tiempos, formas y técnicas de diagnóstico y terapéuticas adecuados a los casos de imperiosa urgencia, sin dilaciones indebidas derivadas de consideraciones de organización hospitalaria o de medidas gerenciales, puesto que debe ser la organización la que sirva a la asistencia sanitaria y no a la inversa”.

Perdón por la larga cita pero los jueces también requieren su homenaje.

Una versión ligera de esta entrada fue publicada en La Nueva España


Descubre más desde Fiscalizacion.es

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.


Comentarios

Gracias por comentar con el fin de mejorar

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.