
La tarde del viernes acudí al entrañable homenaje a un profesor que se jubilaba. Se trata de Pedro Gil Álvarez, catedrático de Estadística e Investigación Operativa en la Universidad de Oviedo y cuya asignatura cursé durante el curso 77-78. Guardo un grato recuerdo de sus clases, de su afabilidad, sencillez, bondad y honradez en el carácter, así como de la claridad y la pulcritud de sus exposiciones en la pizarra, en una de las materias más difíciles del tercer curso de la licenciatura de Ciencias Económicas y Empresariales.
Sus amigos, colegas y familiares le hicieron una fiesta sorpresa en el Paraninfo. La cosa era empresa difícil por la cantidad y calidad de los asistentes. Varios cientos de colegas y antiguos alumnos asistimos al acto, junto al Rector, algunos vicerrectores, el Presidente del Principado de Asturias, el Consejero de Educación o el presidente del Consejo Social. El sorprendido homenajeado estuvo a la altura, sobre todo cuando le pusieron un acordeón en las manos para hacer las delicias del auditorio junto a un prometedor Coro Pantaleón, como veis en la foto que introduce este artículo.
En fin, que este tipo de actos ponen de relieve la importancia de nuestra autonomía universitaria, el respeto a las propias tradiciones y a nuestros maestros. Todo ello compatible con la empleabilidad de los titulados y una fluida transferencia de tecnología al sector empresarial, en el marco de una necesaria adaptación y gestión del cambio de una Institución en permanente reforma.
Precisamente, esta semana la Fundación Alternativas presentaba en el Congreso de los Diputados un interesante informe que lleva por título “Propuestas para la reforma de la Universidad española” del que son autores los catedráticos Juan José Dolado, Lluis Ferrer, Esther Giménez-Salinas, Josefina Gómez, Joan Guinovart, Daniel Peña (Editor), Juan Manuel Rojo y Jesús María Sanz Serna. Todos ellos con sobrada experiencia en la docencia, la investigación y lo que es más importante en este libro: en la gestión universitaria.
Os recomiendo la amena lectura de sus 168 páginas y me permito transcribir el último epígrafe del último capítulo, del que es autor el Rector de la Universidad Carlos III de Madrid, Daniel Peña:
8.7.5 Una reflexión final
Es imprescindible aumentar la autonomía y la responsabilidad de las universidades, definiendo claramente su papel y proporcionándoles los recursos adecuados, pero estableciendo sistemas mucho más avanzados de rendición de cuentas y de cumplimiento de objetivos. El actual mapa español, donde aparentemente todas las universidades públicas tienen los mismos fines y las mismas políticas y estructuras, no es sostenible en el momento actual. Las universidades deben especializarse, ampliar sus horizontes, apostar decididamente por su personal más activo y comprometido, establecer incentivos para la mejora y organizarse para avanzar en los objetivos que establezcan, de acuerdo con las comunidades autónomas y el Estado. Sería incoherente que una institución se autodefiniese como global y de orientación internacional y después pusiera barreras a la incorporación del mejor profesorado (por ejemplo, con perfiles muy detallados de las plazas para evitar la competencia) o no facilitara la incorporación de estudiantes internacionales (por ejemplo, con barreras lingüísticas).
Los próximos años van a ser decisivos para las universidades españolas. La mayor riqueza de un país son sus conocimientos, que se transmiten y generan en las universidades. De su reforma y adaptación a las necesidades de este siglo XXI depende nuestro bienestar como sociedad. Espero que las reflexiones incluidas en esta monografía contribuyan al imprescindible debate, dentro y fuera de la Universidad, sobre cómo queremos construir nuestro futuro.
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