
Ayer leíamos en el diario ABC que el Gobierno aragonés ha ofertado a sus trabajadores un curso para prevenir la ansiedad y el estrés en el que, entre otras materias, se enseñará a los empleados autonómicos a cultivar el sentido del humor. Una iniciativa no tan infrecuente en la Administración Pública, tan encorsetada en los clásicos principios de la burocracia.
Otro ejemplo lo encontrábamos, durante elpasado mes de agosto, en el diario Washington Post que se hacía eco (y mofa) de la contratación de un humorista y un caricaturista por la Oficina de Deuda Pública del Departamento de Tesoro norteamericano. Se trataba de animar a sus empleados con una presentación divertida sobre la necesidad del humor en el lugar de trabajo. Cuando la prensa descubrió el asunto retiraron el anuncio de Internet, a pesar de lo cual fueron objeto de los chistes de la prensa seria, como puede leerse más abajo (Gracias a Yusilios).

Los humoristas del citado periódico aportaron su granito de arena en una tribuna donde juegan con los las palabras números rojos y blues – azul pero también canción triste- de esta manera:
Desafortunadamente, ustedes retiraron la convocatoria tan sólo 12 minutos después de que los medios de comunicación se enterasen de ello. Se rieron de ustedes. Un desperdicio del dinero de los contribuyentes, insinuaron. Tonterías. Pensamos que era una idea genial, sobre todo después de hacer un poco de investigación sobre la forma en que sus empleados pasan las días de trabajo: Básicamente, mantienen una exhaustiva contabilidad al céntimo, para saber con exactitud cómo de inevitable y profunda es la deuda de los Estados Unidos, y saber a quien debe dinero, incluyendo – esto es verdad – Kazajstán, Kirguistán y Letonia. Sus empleados no necesitan burlas. Necesitan ayuda.
El buen ambiente de trabajo es un importante factor para el rendimiento, del que ya hemos hablado con ocasión del Día Internacional de la diversión en el trabajo. Una organización inteligente previene, y en su caso neutraliza los conflictos personales, los agravios comparativos, la sofocación de iniciativas, la retención maliciosa de información, el mobbing, los alardes innecesarios de poder, la primacía de espurios intereses personales, la elusión de responsabilidad.
Este tipo de remedios activos parece fortalecer la cultura corporativa, propiciando actitudes cooperativas del petulante, del soberbio o del ególatra, a la vez que desarrolla el sentido de pertenencia y la hace menos estamental. Y es que los trabajadores del conocimiento, para ser eficaces, requieren de cierta motivación o de relación de equipo y de unas circunstancias cada día más satisfactorias.

Otra curiosa iniciativa es la protagonizada por la Comisaria Europea Mariann Fischer, casada con un granjero y muy critica con que “muchos funcionarios han pasado directamente de la universidad a las oficinas del distrito europeo de Bruselas sin tener raíces en el campo ni haber entrado en su vida en una explotación agrícola”.
Muy preocupada por la carga administrativa a la que deben hacer frente las explotaciones agrícolas, la Comisaria se ha fijado el objetivo de reducir la burocracia de la Política Agrícola Común en un 25% para el año 2012 creando varias plataformas de especialistas sobre simplificación administrativa. En ese marco promovió, en marzo pasado, una comunicación titulada “Una PAC simplificada para Europa: un éxito para todos”, cuyo epígrafe 5.4 afirma textualmente:
A partir de 2010 se pondrá en marcha un programa de formación para funcionarios de la Dirección General de Agricultura y Desarrollo Rural que comprende la estancia en una explotación. Lo que se persigue con él es adquirir un mejor conocimiento de los detalles prácticos y los problemas que se le plantean al sector. Dicho conocimiento puede traducirse en políticas que reflejen aún mejor la situación práctica en la que se hallan los agricultores y contribuyan de ese modo a mejorar la legislación. Actualmente se están estudiando los detalles concretos del programa.


Gracias por comentar con el fin de mejorar