Gracias a un antiguo amigo, he conocido los avatares por los que han pasado dos jóvenes realizadoras para crear su primer largometraje. Al mismo tiempo he podido observar su fuerza y empuje para solventar todos los problemas y terminar haciendo una película con un presupuesto que se aproxima muchísimo a cero euros.
Podría parecer un milagro, pero puedo asegurar que es fruto del tesón y de la imaginación de sus dos jóvenes realizadoras. Sus participaciones en certámenes en todo el mundo y los premios conseguidos es casi seguro que la convierten en la película con más premios por euro invertido. El próximo día 11 de julio se estrenará en Madrid, Barcelona y Valladolid y el 18 en Pamplona.
Maitena y Candela crearon la productora CRONOPIA FILMS en cuya página puede ampliarse la información sobre la película “NEVANDO VOY”, cuyo trailer os recomiendo. También tienen un interesante blog y nos han dado una lección de juventud emprendedora.
Auzolan
Aunque es una práctica que se va perdiendo en los últimos años, hasta hace muy poco era muy habitual en los pueblos de Asturias lo que llamamos sestaferia, que podemos traducir por “trabajo en común” y se refiere a trabajos necesarios para mantener las infraestructuras vecinales en que colaboraba toda la comunidad: arreglos de caminos, de edificios de uso público, etc. En Navarra esta antigua institución se denomina con el término AUZOLAN.
Como podeis imaginaros por el mínimo presupuesto manejado, nuestras jóvenes realizadoras han utilizado bastante auzolan para culminar esta interesante obra cinematográfica que narra las relaciones personales y laborales en la sección de embalaje de cadenas para la nieve de una fábrica. Los pedidos empiezan a aumentar por las fuertes nevadas que están cayendo. El encargado pide refuerzos. Alguien es trasladado de otra sección. Dos mujeres llegan de una empresa de trabajo temporal y estarán durante dos semanas.
De seis a dos, los cuatro embalan cadenas en silencio, cada uno en su mesa. La metereología anuncia temporal y el trabajo se prolonga. Sin darse cuenta, empiezan a romperse las reglas de trabajo que, poco a poco, se convertirá en un juego y esa nave fría y gris, en el lugar divertido.
Lecciones de esta experiencia
Ya hemos hablado en esta bitácora de la importancia del “nuevo renacimiento” que reformula las nociones de jerarquía, competencia y marketing, que son sustituidas por otras como cooperación, motivación y juego. Tambien de la wikinomia.
Ahora que nos acercamos a momentos económicos más difíciles parece conveniente pararnos a pensar en esta experiencia emprendedora, su efecto en el sector público y en los trabajos de fiscalización.
Es indudable que hoy se recurre a expertos, colaboradores y contratos externos para cualquier problema que surge en la gestión pública. También que, muchas veces, estos trabajos realizados por expertos externos se limitan a resumir lo que los propios empleados públicos les han dicho y su utilidad suele ser muy limitada, cuando no van directamente al archivo permanente (papelera) o adornan una preciosa balda de las estanterías del despacho del Director General.
¿Cuántas veces los empleados de la entidad tienen las mejores soluciones para resolver los problemas? ¿Y cuántas veces se les consulta? ¿Cuántas cuestiones podrían mejorarse en la actividad pública con un poco de imaginación y pocos recursos?
Estoy convencido de que todos los que nos movemos en el campo de la gestión pública podríamos citar varios casos. ¿No hay forma de fomentar estas iniciativas? Los japoneses popularizaron aquellos círculos de calidad en los que las propuestas de mejoras en la producción llevaban aparejados premios según el porcentaje del beneficio obtenido.
¿Por qué si unas jóvenes son capaces de producir una película sin dinero, no es posible hacer cosas parecidas en el sector público?
Otro tanto se podría decir de la colaboración de los ciudadanos en las actividades públicas. Hoy casi no colaboramos en lo que antes se llamaba relaciones de buena vecindad. Hoy todos somos muy cómodos y podemos llamar al técnico hasta para cambiar una bombilla.
Creo que muchas veces tenemos soluciones a muchos problemas que pueden lograrse estimulando a los empleados, haciendo que surja su creatividad, o fomentando la colaboración colectiva (en general gratuita), aunque optamos por recurrir a los expertos y abonar sus correspondientes facturas.
Estos elementos tienen mucho que ver con la eficacia, eficiencia y economía, que forman parte de los aspectos que los órganos de control tienen que analizar en su labor cotidiana. El análisis de la racionalidad del gasto es uno de los objetivos en que menos se ha avanzado entre los OCEx. Su dificultad es evidente, pero ver que se pueden hacer películas muy interesantes sin dinero, me ha sugerido esta reflexión. Nunca hubiera pensado unir el cine y la nieve con la fiscalización.
Bien traída la comparación, Antonio. Las personas son capaces de hacer cosas sorprendentes cuando se les da juego y, al mismo, tiempo son capaces de inhibirse totalmente cuando no se cuenta con ellas. Y esto último es lo que pasa muchas veces en las administraciones públicas y también en bastantes empresas, sobre todo en las de cierta dimensión.
Claro que lo de estas chicas ya es punto y aparte. Me parece que tiene un mérito enorme ser capaces de producir una película con tan pocos medios y, seguramente, también con pocos contactos. Esto ya tiene que ver con la ética hacker de la pasión en el trabajo. Espero que tengan mucho éxito.
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Ese proyecto (largometraje) puede servir de (buen) ejemplo a quienes sugieren que sólo con «recursos» (presupuesto) y/o con «retribuciones» se estimula la «motivación».
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