
No puedo evitar transcribir el editorial de Le Monde de hoy, titulado “malas cuentas”. Es una llamada de atención al respeto de las opiniones del Tribunal de Cuentas francés que es toda una lección que debería aprender cualquier gestor público:
«La sabiduría o más bien la desconfianza popular tiene por evidente que ‘se puede hacer decir a las cifras lo que se quiera’. No hay duda que encontrará una nueva demostración en el examen por el Tribunal de Cuentas del presupuesto 2007 del régimen general de la Seguridad Social.
Bicentenaria, impávida, ostensiblemente atareada, la alta jurisdicción financiera hace su trabajo: expurgar las cuentas del Estado, de la Seguridad Social y de las corporaciones locales, aportando a los ciudadanos, en lo posible, la garantía de que el dinero público, es decir sus impuestos, se administra de modo preciso y transparente. Desde hace tres años, tras la reforma de las leyes de finanzas, la responsabilidad de la Corte nunca fue tan grande: desde que el Estado está considerado, poco o mucho, como una empresa, no es solamente analizado su presupuesto, sino también su balance (activo y pasivo, deuda y compromisos, amortizaciones y provisiones).
Como el auditor de cuentas de una empresa, la Corte es encargada de certificar las cuentas públicas: el 21 de mayo, lo hizo para las cuentas 2007 del Estado, pero con importantes salvedades ya que consideraba el déficit público infravalorado por una decena de mil millones de euros… Acaba de atravesar un nuevo escollo, espectacular, negándose, el 30 de junio, a certificar las cuentas de la rama de recaudación de la Seguridad Social.
Los magistrados consideran que su déficit fue, el año pasado, de 10.500 millones de euros, osea mil millones más que la cifra declarada por el gobierno. La reacción del gobierno ha sido inmediata: el ministro del presupuesto, Eric Woerth, se opuso punto por punto al análisis y los argumentos de la Cour. Confirmó «su» cifra de déficit público para 2007 y aseguró que esas cuentas eran «fieles» a sus resultados. Este desacuerdo será zanjado en otoño por el Parlamento.
La irritación del ministerio de finanzas, sostenida públicamente con alfileres, es pues comprensible. Pero no admisible. Desde que la alta jurisdicción financiera es encargada de certificar las cuentas públicas, el deber del gobierno es respetar sus juicios. Cueste lo que le cueste. Excepto alimentar un poco más la desconfianza con respecto a al empleo del dinero público por Estado.» Fin de la cita.
El informe
La labor de certificar las cuentas anuales, por el Tribunal de Cuentas francés, consiste en decir si las cuentas son regulares, veraces y representan la imagen fiel de la situación financiera y del patrimonio de la Institución. Esto supone dar una seguridad razonable y no absoluta de que las cuentas no contienen anomalías significativas, que podrían falsear el juicio de quien utiliza esas cuentas.
Las cuentas del Estado francés correspondientes al año 2007 fueron certificadas con salvedades, de las que dejamos constancia en otro artículo. Quedaba la certificación de las cuentas de la Seguridad Social, que ha sido presentada anteayer por el Presidente del Tribunal, provocando el revuelo gubernamental que censura Le Monde.
En este sentido, la nota de prensa institucional resume en 9 las opiniones sobre las cuentas solo del régimen general, pues comprende: el seguro de enfermedad, los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales, los subsidios familiares y por último el seguro de vejez. Esto hace cinco «ramas», en resumen. A ello debe añadirse la opinión sobre cuatro establecimientos nacionales gestores de programas: La caja nacional del seguro de enfermedad de los trabajadores asalariados (el CNAMTS), que administra ambas ramas enfermedad y accidentes de trabajo; la caja nacional de subsidio familiar (el CNAF), la caja nacional de seguro de la vejez de los trabajadores asalariados (el CNAVTS) y por fin la agencia central de los organismos de Seguridad Social para la Recaudación (el ACOSS).
Este año, la Corte certificó las cinco cuentas con salvedades; concluyó que no se hallaba en situación de certificar el programa de ayudas a la familia y su gestora, el CNAF y se negó a certificar las cuentas de recaudación y del ACOSS.
Tipos de opinión
Como recordatorio para los no iniciados, los Principios de auditoría entienden que los informes de regularidad expresan una de las siguientes opiniones, de mejor a peor resultado:
A) Opinión favorable o sin salvedades.- Expresa que las cuentas anuales representan razonablemente la situación económica, financiera y de los resultados. Implica que el auditor ha podido llevar a cabo todas las pruebas que consideró necesarias y que las Cuentas Anuales han sido preparadas de acuerdo a los correspondientes Principios Contables Públicos.
B) Opinión con salvedades.- El auditor está suficientemente satisfecho de la razonabilidad de las cuentas anuales, pero limita su opinión mediante salvedades determinadas (estados financieros incompletos, discrepancia en un principio contable, error) o indeterminadas por limitaciones o incertidumbres.
C) Opinión negativa o adversa.- El auditor considera que las cuentas anuales no presentan razonablemente la situación económica, financiera y de los resultados de la Institución, de acuerdo con los Principios Contables Públicos de aplicación.
D) Denegación o abstención de opinión.- El auditor no ha podido formarse una opinión sobre la razonabilidad de las cuentas anuales, por la existencia de grandes limitaciones al alcance del examen o incertidumbres muy importantes en determinadas partidas

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