
Envía una colaboración nuestro colega mejicano Mario Alberto Gómez Maldonado, de Michoacán. En ella reflexiona sobre la realidad donde se desenvuelve el fenómeno de la auditoría, que se encuentra más allá de la simple técnica porque involucra el acontecer social.
EL PORVENIR DE LA AUDITORÍA
Mario Alberto Gómez Maldonado.
El porvenir de la auditoría plantea la cuestión de la supervivencia, en un tiempo donde parece absurdo su posible fin o terminación, dado que resulta común enfatizar la importancia de la actividad. Pero el porvenir se refiere a una reflexión prospectiva sobre la auditoría que habrá en el futuro, a partir del acuerdo que la democracia obliga a los políticos y funcionarios informar sobre sus decisiones y justificarlas en público, en continuidad con el proyecto de ilustración europeo de supeditar el poder al imperio de la ley y la razón. Además, el auge del concepto de gobernación resalta la relación entre gobierno y sociedad, mediante un proceso en el cual los actores de una sociedad deciden sus objetivos de convivencia-básicos y coyunturales- y las formas de coordinarse para realizarlos. Entonces, ¿tiene sentido indagar sobre el porvenir de la auditoría cuando los conceptos fundamentales de su quehacer están fuera de duda?En su origen y actual desarrollo la auditoría ha estado ajena al escrutinio público derivado del poder que ejercen sobre su saber los colegios e institutos de auditores y contadores y los organismos de auditoría y fiscalización. Pero con el advenimiento de una ciudadanía más participativa en los asuntos públicos y con la globalidad de la información se ha hecho patente que el otrora coto reservado bajo argumentos (más próximos a falacias) en lo teórico “toda vez que es facultad del Instituto Mexicano de Contadores Públicos de México establecer las reglas de independencia en el actuar del Contador Público, en sus diversas áreas” (ver). Y en lo práctico a través de supeditar su actividad con el criterio de confidencialidad.
Es sabido que la eficacia de la auditoría se encuentra estrechamente vinculada a su independencia. Y en la norma personal de auditoría se dice: el auditor público debe mantener soberanía de juicio, ser autónomo y objetivo para proceder con independencia; lo cual corresponde con la definición de independencia señalada en Glosario de Normas de Auditoría de la INTOSAI “Libertad de la EFS, en lo que a auditorías se refiere, para actuar conforme a su mandato de fiscalización sin sujeción a directrices o interferencias externas de ninguna clase”; y el Instituto Mexicano de Contadores Públicos, define objetividad como “La información financiera debe presentarse de manera imparcial, es decir, que no sea subjetiva o que esté manipulada o distorsionada para beneficio de algún o algunos grupos o sectores que puedan perseguir intereses particulares diferentes a los del usuario general de la información financiera” (Normas de Información Financiera, IMCP, 2006, P. NIF-A4/9).
Resulta evidente que la independencia y objetividad en las normas personales de auditoría generalmente aceptadas se establecen como un posicionamiento personal, que no está sujeto a regulaciones o procedimientos que permitan demostrar que el proceso y resultados de la auditoría concuerdan con el objeto de la entidad auditada, sólo así el conocimiento es objetivo, si procede del objeto y no de las consideraciones del auditor. Un proyecto por construir será una teoría del objeto en auditoría, objeto como realidad, campo de estudio por investigar.
Pero lo anterior implica situar a la auditoría en la teoría del conocimiento o epistemología, aceptando que la realidad donde se desenvuelve el fenómeno de la auditoría se encuentra más allá de la simple técnica porque involucra el acontecer social, sin embargo, la diversidad de tipos de auditoría en la actualidad, su indeterminación, evidencia que la concepción y fundamentos surgidos del siglo pasado no aportan la rigurosidad y determinación para fortalecer a la rendición de cuentas.
¿Cómo podrá reconciliar la auditoría la exigencia de apertura informativa de sus procesos si su práctica se basa en la secrecía?
Quizá, lo que estamos presenciado como prácticas de auditoría no tenga futuro, en tanto expresa un pensamiento construido con base en supuestos e imprecisiones, y la prueba se constituye mediante la evasión del análisis y crítica de sus debilidades teóricas, originando el peor de los errores al privilegiar el dogma y la ilusión de continuar dirigiendo y dominando el mundo de la auditoría y la fiscalización.

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