Mi amigo Roberto Fernández Llera encontró, en la Feria del Libro de Ocasión de Avilés, el ejemplar que sirve de portada a esta entrada. Es una curiosa situación la que plantea esta novela negra, de serie B:
«Los sistemas económicos y de gobierno de todo el mundo se derrumbaron bajo el peso de su propia injusticia y de la ciega burocracia que generaron. Todos los países civilizados se sumieron en el salvajismo; excepto América, donde la poderosa organización mafiosa del síndico cubre cualquier necesidad humana (protección social, sanidad, alimentación, empleo, juegos de azar…) a precios que cualquiera puede pagar y en el marco de una sociedad libre y abierta. Se trata pues, del mejor de los mundos posibles«.
Esta utopía plantea que este tipo de Organización es mucho más resistente de lo que parece. La libertad moral y personal se ha conseguido derribando el gobierno de los Estados Unidos y, gracias a la ausencia de ese paternalismo estatal que tanto odian los norteamericanos, la ficción plantea que la gente está mayoritariamente contenta y satisfecha con la tutela (que no gobierno) del síndico…
Pido tranquilidad a los amigos, no es mi intención pasarme a “los malos”. En el espíritu de esta entrada influye tanto el espectacular título del libro como que Asturias estos días celebre, como diría Bogart, una fiesta fabricada con «el material del que están hechos los sueños», donde todos nos sentimos un poco Sam Spade o Joel Cairo, depende de que lado de la novela quiera uno caer.
Cumple 20 años una fiesta singular. Se trata de la Semana Negra de Gijón (Asturias), concebida y dirigida desde sus inicios por el escritor asturmexicano Paco Ignacio Taibo II.
Sus inicios se remontan a un modesto festival que reunía a escritores policíacos y ofrecía además música y otras artes escénicas al público. Atrás quedo aquel modelo, suplantado hoy por una fiesta que dura desde el 6 al 15 de julio,, recoge a un millon de personas y cuenta, como siempre, con su propio diario del festival ( A Quemarropa) que se publica todos los días ofreciendo a sus lectores información de lo ocurrido el día anterior y de lo previsto para el día de publicación, además de creación y comentarios de destacadas plumas asistentes a la Semana Negra.
Por supuesto la Semana Negra también tiene sus detractores pero lo cierto es que la polémica año tras año suele quedar sepultada por la avalancha de visitantes ávidos de collares, pulseras, bocadillos y kebabs. Algunos dicen que el sol es tan escaso y el verano tan corto que no hace falta estropearlo atacando una de las verbenas populares que le quedan a Gijón. Recuerda vagamente al argumento del libro ¿No?.
Lo que es indudable es que pocos festivales consiguen una permanencia de dos décadas en crecimiento continuo y no queriendo dejar pasar la ocasión de sumarme virtualmente al acto, con esta novelita de nombre tan curioso queda hecho mi pequeño homenaje.
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