En muchos territorios, el confinamiento y la restricción de actividades académicas de todo tipo por el Estado de Alarma puso de manifiesto, de manera súbita, el papel de las universidades como motor del dinamismo económico en la respectiva ciudad. No hace falta referirnos a la tercera pata de su misión, transfiriendo conocimiento al tejido productivo. La desaparición de los congresos presenciales en favor de la versión on line es el mejor ejemplo. Para los organizadores puede ser indiferente y hasta más cómodo porque las plataformas digitales que los soportan suponen un buen sucedáneo. Incluso el coste se reduce enormemente. El problema es para los hoteles, los taxis, las azafatas, los caterings y los restaurantes cercanos que nunca fueron conscientes, como ahora, de su dependencia de las ganas de meterse en líos de esos profesores impulsores de eventos.
Se calcula que la Universidad devuelve a la sociedad que la financia entre cuatro y seis euros por cada euro invertida en ella. Entre los últimos estudios, la Asociación Catalana de Universidades Públicas (ACUP) presentaba la semana pasada “El valor social de las universidades públicas catalanas. Una aproximación cuantitativa y cualitativa” (en catalán) que analiza el impacto en el territorio de la actividad que llevan a cabo las ocho universidades públicas de Cataluña en el marco de su compromiso social.
Contribución de la Universidad al desarrollo
El Informe CYD 2019 que también se hizo público estos días ofrece la información actualizada del sistema universitario español y su contribución al desarrollo económico y social de nuestro país. Al igual que en ediciones pasadas, pone de manifiesto el papel que desempeña la institución académica en la formación del capital humano y en la investigación y transferencia de conocimiento al sistema productivo.
El documento dedica una parte importante de su contenido tanto a analizar la evolución reciente del sistema universitario español como a profundizar en sus desafíos. Algunos adquieren una relevancia particular sea por el impacto de la pandemia (así los aspectos vinculados a la digitalización) o porque revalorizan la importancia de los habitualmente mencionados como la necesidad de que las universidades públicas, dispongan de un adecuado sistema de gobernanza para hacer frente a aquellos desafíos.
Entre los múltiples informes periódicos que giran sobre la universidad, los estudios de la fundación CyD son imprescindibles.
En transparencia, la Universidad progresa adecuadamente
También se ha conocido el último trabajo de la Fundación Compromiso y transparencia sobre buen gobierno de las universidades. Se tata del noveno informe al respecto, cuyo preámbulo reconoce que se trata de un año muy especial:“las universidades han tenido que reinventarse para poder responder a la pandemia que ha llegado a paralizar completamente la actividad docente presencial y la movilidad de los estudiantes internacionales”.
La capacidad de reacción de las universidades ha sido muy positiva: garantizando la seguridad de los estudiantes, personal docente y de gestión, intentando que la calidad de la enseñanza no se resintiese y procurando eliminar la brecha digital para que ningún estudiante se quedase fuera de la oferta educativa por falta de medios tecnológicos. Todo ello sin descartar que la pandemia haya ayudado a las universidades a hacer de la necesidad virtud, concienciándola de la relevancia de la web como principal canal para hacerse más visible a la sociedad.
En estas circunstancias difíciles las universidades también han sabido responder a las exigencias de transparencia. Como se desprende de los resultados del informe, la mejoría de las universidades públicas ha sido significativa.
El porcentaje de universidades públicas transparentes es el más alto (65%) desde que se publica el informe y las universidades calificadas como opacas se reducen exclusivamente a cuatro. Las diferencias de puntuación entre las universidades se deben, en la mayoría de los casos, a la falta de actualización de la información.
Destacan algunas áreas de mejora que corresponden a los últimos indicadores incluidos en el informe del pasado año y que se refieren a la rendición de cuentas del consejo social. Se trata de cuestiones que afectan más al sistema de gobernanza de la universidad pública que a la comunicación de contenidos en la web. La elaboración de una memoria de responsabilidad social y de un informe de actividades por parte de los consejos sociales supone un grado de maduración que hoy por hoy resulta difícil de alcanzar mientras estos órganos no fortalezcan sus recursos y competencias técnicas.
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