
La vida diaria nos sorprende con noticias que recogen conductas ciudadanas ejemplares. El sorteo de la lotería, del día 22 de diciembre, nos proporciona algunas anécdotas navideñas que nos reconcilian con la naturaleza humana.
El carnicero de La Felguera, José Manuel, solía repartir con u grupo de amigos las participaciones de Molleu. En esta ocasión se habían olvidado, pero él se las recogió y se las entregó … después de que tocara el gordo: «Daban por hecho que se habían olvidado de cogerla, pero como siempre jugaban…». El honrado carnicero repartió 300.000 euros entre cinco parejas de amigos.
Otro ejemplo de integridad lo protagonizó Francisco, propietario de Motrileña de Frutas, quien llevaba más de 20 años jugando al 55.469 por Navidad. Pues bien, al saber que tenían el segundo premio, llamó a uno de sus clientes, Francisco Cabrera, para decirle que le habían reservado el décimo que tradicionalmente compraba, aunque este año ni lo había pedido ni pagado, por lo que no esperaba verse tocado por la amistad y la suerte.
Difícilmente un Tribunal exigiría a ambos ese comportamiento ¿no?
El entorno ético de un país es un gran patrimonio que debemos conservar. No sólo influye en los ámbitos financieros; también en el resto de las parcelas vitales. El brasileño Tribunal de Cuentas de Santa Catarina, durante la presidencia de Salomao Ribas Jr., promovió una campaña publicitaria sobre los diversos ámbitos ciudadanos donde debemos prevenirla (ver video).
En fin, aunque un poco ingenuo, nos llega de México el corruptómetro: atrévete a pasar el test.
Feliz Navidad.

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