
El Consejero del Tribunal Vasco de Cuentas Publicas, Rafael Iturriaga Nieva, publica un interesante artículo en la edición en el País Vasco del diario «El País», correspondiente al 14 de abril. Copio el título para esta entrada y recomiendo su lectura. Ya les advierto que no es inócuo y está cargado de crítica hacia las Organizaciones No Gubernamentales …. y a las Administraciones públicas. Como muestra un párrafo de la docena que tiene:
El otro flujo de la corriente entre organización y administración hace referencia a la conocida influencia del esclavo sobre su amo. La Administración debe construir un presupuesto por programas en el que lo más fácil, con mucho, es buscar el dinero y el recurso más escaso son las ideas. El dinero lo pone Hacienda pero… ¿y las ideas? El debate político podría suministrar algunas pero suelen ser, en el mejor de los casos, directrices excesivamente generales, y en el peor, pura basura hecha de demagogia y lugares comunes. La verdadera fuente de las políticas públicas no es otra que la propia máquina burocrática y la nube de consultores, empresas, lobbies, ONGs, etc. que pululan a la caza del contrato o la subvención.
Rafael ha escrito interesantes colaboraciones (éste y éste otro) para nuestra web (¡nos tienes entregaos!). Han sido muchos los comentarístas del escándalo por la mala utilización de fondos, descubierto en dos ONG’s. Rafael Villasanjuan, en una tribuna para «El Periódico» del 15 de abril, va más allá:
» … queda patente la preocupación entre las organizaciones por rendir cuentas y adaptar sus mecanismos de gestión. Pero no es suficiente, sobre todo porque no es lo más importante. No podemos medir la eficacia o la adecuación del trabajo de una oenegé simplemente leyendo el balance anual de ingresos y gastos, por mas auditado que esté. ¿Cómo justificar la presencia en un suburbio de Calcuta o en lo más remoto de Sudán?»
Por supuesto, las propias ONG’s temen que estos sucesos puedan retraer a posibles donantes. El titular de El Pais era fiel reflejo de esta desconfianza: «los padrinos colapsan las centralitas«. Por ello, las principales ONG’s han suscrito un código de conducta que aumenta la transparencia.

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