
Ha fallecido hoy José Antonio Redondo López, quien fuera Conselleiro maior de contas de Galicia entre 2015 y 2023. Había nacido en Lugo en 1951, en los tiempos duros del racionamiento, cuando no pasaba nada. Siendo niño contrajo la polio que asoló a otros miles durante la década de los cincuenta. Hoy se acepta pacíficamente la negligencia del régimen para afrontar con rapidez y firmeza ese riesgo hasta mediados de los sesenta, a pesar de que Jonas Salk había obtenido una cara vacuna en 1955, probada con éxito un millón de niños norteamericanos, entre ellos los del propio descubridor. Aquí se optó por otra, que muchos de mi generación recordamos: un terrón de azúcar con unas gotas rojas.

La enfermedad, de la que aun sobreviven miles afectados con secuelas, recluyó a José Antonio en casa durante un año y le “hizo ser una persona más estudiosa, reflexiva y tímida” como reconocía en una entrevista en La Voz de Galicia. Ese pensamiento demuestra su carácter académico. Serlo incorpora una marca distintiva, un enfoque analítico, constructivo y peculiar de los asuntos cotidianos. Se lleva de serie a cualquier trabajo que se enfrente. Todos buscamos personas así en nuestro entorno. Por eso era tan querido.
Desde 1987 José Antonio fue catedrático de economía financiera en la Universidad de Santiago de Compostela, donde desarrolló su vida docente, con una breve estancia inicial en la Universidad de California (San Diego). Colaboró desde 2008 como académico numerario de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras de España, donde ingresó con el discurso «El ámbito financiero de las políticas públicas de vivienda: la necesaria convergencia en Europa«, un ámbito que conocía bien pues desde 1995 a 2005, había sido Director General del Instituto Gallego de Vivienda y Suelo, donde impulsó gran cantidad de promoción pública. También era miembro de la Real Academia Gallega de Ciencias (ver video).
El Funeral será mañana a las 17:15 en Tanatorio Boisaca.

En 2015 es nombrado Conselleiro Maior del Consello de contas de Galicia, justo con el inicio de las competencias de prevención de la corrupción, que la reforma del parlamento gallego atribuyó al órgano de control externo de la Comunidad. Asimismo impulsó el premio Carlos G. Otero Díaz en honor de quien fue primer Conselleiro Maior de la institución, para trabajos de investigación relacionados con la prevención de la corrupción en el sector público, en sus diversas vertientes y de la que he sido miembro del jurado.

Hoy, me consta que muchos de sus amigos y colegas lloran desconsolados. Era un hombre bueno, con un notable sentido social. La periodista Patricia Lavandera, sacaba lo mejor de él en esta entrañable entrevista que termina así:
“¿podemos esperar que el mundo de los privilegiados contribuya a erradicar la desigualdad en países en los que la miseria es el pan de cada día? Debemos preguntarnos ante esta situación: ¿A qué estamos dispuestos a renunciar de nuestros privilegios para solucionar la pobreza de 1.300 millones de personas de los que 663 millones son menores?”



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