
La pregunta del periódico Expansión, que encabeza esta entrada, tiene facil respuesta: ¡SI!
En España, la estadística oficial nos dice que el 57% de los chicos en edad de acceder a la Universidad lo hacen. También muestra que es tres veces más fácil para los hijos de los profesionales que para los agricultores. Todo esto es conocido: el factor que más influye lo constituye el nivel de estudios de los padres. Hoy, un 85% de los estudiantes universitarios son hijos de otros universitarios.
Además, en las familias con mayor nivel de estudios, la formación adquirida por los estudiantes permite acceder a la universidad con una nota superior, con mayor facilidad para elegir la carrera de su preferencia.
En suma, poco puede hacer una política de becas si el hogar familiar carece de formación. Se sabe desde los años 60 que el informe Coleman, para el Departamento de Educación de EE.UU., descubrió que las diferentes cantidades de dinero gastado por alumno no tenían casi ninguna influencia en los resultados académicos que obtenían los estudiantes. Julio Grao y Alejandro Ipiña resumen los posteriores estudios afirmando que «un mínimo del 75% de la varianza probada en los resultados obtenidos por los alumnos se puede explicar por factores tales como la inteligencia y el medio socioeconómico. Los cuales son casi imposibles de ser modificados por el sistema educativo».
Si aceptamos los planteamientos puramente economicistas descubrimos la altísima rentabilidad que el gasto público en educación universitaria tiene para el Estado. Se demuestra que esta inversión no solo es rentable desde el punto de vista individual o colectivo, sino que el sector público obtiene una elevada rentabilidad neta.
En cuanto a la tasa de paro, es siete puntos porcentuales mayor para aquellos que no han pasado del segundo ciclo de secundaria, y cinco puntos para quienes sí han terminado estos estudios.
Los economistas de la educación han comparado los costes de la enseñanza con los ingresos fiscales que comporta el aumento del nivel educativo. Se descubren tasas marginales de rendimiento del 12% anual para los estudios de secundaria versus primaria y del 8% para la rentabilidad adicional de la educación superior frente a la secundaria. O lo que es lo mismo, el sector público recupera la inversión en educación superior prestada a un individuo cuando éste cumple los 42 años.
Acaba de hacerse público el informe del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) titulado “El rendimiento del capital humano en España”, patrocinado por Bancaja. Este trabajo analiza el aprovechamiento y la rentabilidad del capital humano en España y sus comunidades autónomas. El capital humano es estimado a partir del número de años de estudio de la población y los salarios que obtienen a lo largo de su vida laboral los trabajadores con distintos niveles de estudios.
Para el Instituto, la rentabilidad media de la educación es del 8%, de modo que cada año de educación adicional significa en promedio un salario, a lo largo de la vida laboral, superior en un 8% al de un trabajador sin ese año adicional de estudios.
El valor medio del capital humano de un trabajador español es de 413.000 euros. En el caso de los universitarios, la cifra alcanza los 798.000 euros, mientras que en las personas que sólo poseen estudios primarios se queda en 273.000 euros.
El estudio presentado destaca el aumento continuado de la cualificación de la población española registrado en los últimos cuarenta años, en los que el proceso de acumulación de capital humano ha sido muy importante en toda la población.
Constata que los salarios de los más cualificados, los universitarios, aumentan de manera pronunciada durante casi tres décadas de vida laboral, hasta alcanzar un máximo después de los 50 años. Asimismo, como el capital humano tiende a quedarse obsoleto con el paso de los años, se insiste en la importancia de la formación continua para paliar este proceso de depreciación.
Lema de la Universidad brasileña de Caxías do Sul: «los pies en la región, los ojos en el mundo».

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