José María Fernández Pirla, in memoriam

José María Fernández Pirla, lleno de vitalidad en enero de 2007

Nuestra década de los cincuenta suele calificarse de “España resignada” por la escasez generalizada (las cartillas de racionamiento, el biscuter) en una sociedad que observaba sin demasiado entusiasmo la llegada de los americanos con las bases y su cine. Durante esos años, un jovencísimo Profesor Mercantil y Actuario de Seguros, que había ingresado en el cuerpo Técnico de Administración Civil del Estado, José María Fernández Pirla obtenía, con sólo 25 años, la Cátedra de contabilidad en Escuela de Comercio de Gijón.

Su paso, aunque breve, marcó una huella imborrable en el histórico edificio proyectado por Manuel del Busto hace 120 años. También en la Escuela de Comercio de Oviedo donde también impartió clases. En su afán docente e investigador, tras la creación de la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas en Madrid, el doctor Pirla obtendrá en 1956 la cátedra de Economía de la empresa en la Universidad Central (luego, Complutense de Madrid). Dos años después se hizo Inspector de Finanzas del Estado, cuando un solo trabajo no daba para soñar en comprar un pisito. Diez años más tarde ingresaba en el cuerpo de Agentes de cambio y bolsa, lo que sin duda contribuyó a mejorar sus finanzas domesticas, durante esa difícil etapa.

Nuestro joven catedrático fue una estrella fugaz que pasó por Asturias, como un Bahamontes o un Arturo Pomar, pero “dejando escuela” en aquella oscura época. Una auténtica personalidad científica con amplia actividad académica que acabó convirtiéndole en un verdadero “Maestro de maestros”, como le llamaban en clase mis profesores Viliulfo Díaz o Hector Centeno, varias décadas después.

Generosa dedicatoria que me hizo Pirla de su libro «Economía y gestión de la empresa».

Durante los años siguientes se configura en la capital de España un grupo de profesores venerables que prestarán grandes servicios desde dentro de las Instituciones durante la transición política. Desde Enrique Fuentes Quintana y Torcuato Fernández-Miranda en el pilotaje estructural hasta la presidencia de las principales instituciones políticas de la reciente democracia: Luis Angel Rojo (Banco de España), Francisco Tomás y Valiente (Tribunal Constitucional) o Antonio Hernández Gil (Consejo de Estado y CGPJ). Este último su director de tesis doctoral. Pirla no fue una excepción y, con esa brillante trayectoria no es extraño que, tras la aprobación de la Constitución Española, fuese elegido como primer Presidente del Tribunal de Cuentas (1982) y reelegido posteriormente para un segundo mandato, hasta 1988. Parecería que dedicarse a la contabilidad era una ciencia menor. Hasta la llegada de la democracia, así era percibido por muchos pues la desidia recaudatoria de la Hacienda pública (las estimaciones globales) o nuestro rudimentario mercado financiero hacían innecesario el progreso de la rendición de cuentas. Todo eso cambió a partir de los años ochenta.

“El hecho contable tiene su origen en la preocupación del hombre por el orden y en la necesidad de consensuar y atribuir valores a las cualidades, lo que simplifica las decisiones”, nos recordaba Pirla hace más de tres décadas en su discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras. En efecto, un problema se aprecia (curioso verbo) cuando se cuantifica, se mide y todos nos damos cuenta de su verdadera magnitud.

Los contables siempre han sido considerados unos empleados pacientes, poco extrovertidos y recelosos con las innovaciones. Poco dados al aplauso. Su principio favorito es la prudencia: “los gastos se registran cuando se conocen, los ingresos cuando se devengan”. Además, para evitar la ingeniería financiera (que proliferó en tantos países) impusieron un axioma revolucionario: la realidad económica prevalece sobre la forma jurídica. Las cosas son lo que son, no lo que parecen .

Esta misma semana, tras el fallecimiento de uno de los padres españoles de la contabilidad y la economía de la empresa, Don José María Fernández Pirla, a los 95 años, hacemos balance (otro concepto contable) y constatamos la gran pérdida que hemos sufrido. Nos quedan sus miles de discípulos, sus obras pioneras y todo el valor añadido al conocimiento financiero de generaciones de economistas.

Publicado en el diario La Nueva España

Hechos posteriores:

Homenaje «in memoriam» de la Asociación Española de Contabilidad y Administración de Empresas (AECA) el 20 de abril de 2020, con la participación de un centenar de personalidades, discípulos y compañeros catedráticos o profesores universitarios.

3 comentarios en “José María Fernández Pirla, in memoriam

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