El 22 de noviembre de 2010, en el salón de grados de la facultad de derecho de la Universidad de Salamanca, defendía su tesis doctoral el consejero del Tribunal de Cuentas de Rio de Janeiro, Antonio Carlos Flores de Moraes. Un trabajo dirigido por el profesor Pedro Nevado-Batalla Moreno con el título “El Estado gestor y la ciudadanía”.
Presidía el Tribunal el veterano catedrático de Ciencia política y de la Administración en la Universidad de Alicante, José Manuel Canales Aliende, con cuatro especialistas como Antonio López Díaz (USC y Consello de Contas), Roberto Fernández Llera (UNIOVI y Sindicatura de Cuentas de Asturias), Fernando García Moreno (UBU) y José María Lago Montero (USAL).
Cuando el doctorando terminaba su exposición, tras hablar de Friedrich Nietzshe, de Jürgen Habermas o de Juarez Freitas, para sorpresa de los presentes, Antonio Carlos hizo gala de las raíces latinoamericanas rindiendo su modesto homenaje al modo brasileño de entender la vida.

Antes de empezar la primera de sus conclusiones, el doctorando hace una referencia al mismísimo Chico Buarque, y su sorprendente canción No hay pecado al sur de Ecuador, cuya controvertida letra incluía en pie de página con traducción libre en el texto que se estaba evaluando. Una sorpresa en una sala trajeada, en una institución siete veces centenaria y ante un severo tribunal que entendió la licencia, cuando a continuación dijo que a causa del patrimonialismo es común a los países de origen ibérico una distinción poco clara entre el público y privado. Donde solo se distingue entre lo que es mío y lo que es del Estado: “y, si es del Estado, puedo meter la mano”. No hay pecado al sur de Ecuador. Por si acaso, el artículo 37 de la Constitución Brasileña reconoce los cinco principios de la Administración Pública: legalidad, impersonalidad, eficiencia, publicidad y … ¡moralidad! Una condescendiente afirmación -la moral- que los Kelsenianos reprobarían, sin duda. Todos lo somos, en mayor o menor medida y el doctorando, sin duda.

El Doctor Moraes publicaría su tesis en tres tomos, completando así una abundante obra sobre control y transparencia en la Administración y culminando una brillante carrera profesional. Nacido en 1947, en Rio de Janeiro ingresó en el Ministerio Público da União en 1974 y en 1988 fue designado miembro del Tribunal de Contas de Rio de Janeiro, donde ejercía hasta la fecha. Durante este confinamiento, en el mes de mayo, sufrió una desafortunada caída por la escalera de su casa, siendo internado en coma, no se recuperó y falleció la semana pasada.
Antonio Carlos, fue un gran amigo y magnífico anfitrión. Cuando visité Brasil con ocasión de los congresos de sus Tribunais de contas o las jornadas de control público que se organizaban en Rio de Janeiro. Él adoraba España y fue también aquí ponente en múltiples ocasiones. La última vez, en el III Congreso sobre combate de la corrupción del año pasado, realizado entre las Universidades de Coimbra y de Salamanca.

En el plano personal, durante los eventos me llevó a conocer sitios y personas inolvidables. Hasta el antiguo Maracaná, con la suerte de coincidir el congreso con el partido anual de mayor rivalidad: el Flu-Fla, es decir Fluminense contra Flamengo (aquí lo llamamos el clásico) que son los dos equipos cariocas de la primera división brasileña que comparten el estadio. También consiguió en 2008 la difícil proeza de concertar una cita a los representantes de la Universidad de Salamanca con el mismísimo Oscar Niemeyer (ellos pronuncian “Niemayer”) que acabó extendiéndose durante una media mañana inolvidable y de la que dejamos oportuno registro en la bitácora.
Antonio Carlos era hermano del derecho laboral brasileño. Sus amigos recordábamos con frecuencia que su abuelo escribió en 1905 el primer libro sobre derecho del trabajo en Brasil y su padre, Evaristo de Moraes Filho era uno de los juristas más respetados de Brasil (fallecido en 2016) que enseñó esa misma materia a docenas de generaciones hasta que fue jubilado por al Dictadura Militar en 1969. Antonio Carlos tuvo el privilegio de actualizar con su padre el más clásico manual desde la 5ª edición de 1991.
Abuelo, padre y nieto formaron parte de las élites culturales de Brasil y han contribuido al avance social de sus respectivas generaciones, creando opinión en la ciudadanía, estudiando y publicando, ejerciendo la reflexión crítica que caracteriza a los académicos excelentes, y mi tocayo lo era. Vinculado siempre a la Pontifícia Universidade Católica do Rio de Janeiro (PUC-Rio) colaboró como profesor durante 30 años en la Facultad de Derecho y su Instituto de Administração e Gerência, donde también me llevó en alguna ocasión a predicar la buena fiscalización.
Su primo, el abogado criminalista Renato de Moraes, miembro de la comisión de derecho penal del Colegio de Abogados de Brasil, lo definió mejor que nadie: “Toninho, además de profesor, escritor, tricolor (Fluminense) y socialista convencido, era, principalmente, un amor”.

Uma bela homenagem! Antônio Carlos Flores, pessoa humana belíssima, com uma vida dedicada ao magistério, ao Controle Externo, à sua família e amigos! Ficará guardado em meu coração como exemplo de fidalguia e compromisso com a Ciência, além do Fluminense!!!
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Que lástima a perda de Antônio Carlos Flores, meu colega de Doutorado na Universidade de Salamanca. Um fidalgo, comprometido com o magistério e a ciência, sem falar na sua atuação no Tribunal de Contas do Rio de Janeiro. Farás muita falta meu amigo.
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Gran persona, todo corazón y bondad. Mirada inteligente e ironía a raudales. Vivía la vida siendo consciente del presente y siempre tenía una expresión amable para los que con él compartían espacios; contador de historias excelente que buscaba la complicidad de quienes le escuchábamos. Mi más sentido pésame a familiares y amigos.
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Antonio Arias siempre supo establecer vínculos duraderos. En la Universidad de Salamanca hemos sido testigos de la fecunda relación entre los brillantes profesionales brasileños y los profesores, especialmente de derecho de la USAL.
Unas líneas no muestran toda nuestra gratitud hacia Antonio Carlos Flores de Moraes. Guardamos excelentes momentos. Nuestro más sentido pésame a familiares y amigos.
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