Los héroes también mueren

Senado

Ayer falleció una personalidad extraordinaria, generosa y honesta: José Ramón Herrero Merediz. Pudo haber optado por esa cómoda vida de tantas familias de la clase media gijonesa pero eligió afiliarse al Partido Comunista de España en el año 1956, contando con 25 años. No era una decisión fácil en plena dictadura franquista. En realidad, y al igual que otros muchos de su generación, eran sólo (!) demócratas idealistas que pedían concertación sindical, justicia social o elecciones libres, que recalaban en la única organización capaz de enfrentarse a la dictadura, en una clandestinidad llena de riesgos que exigía gran desenvoltura. “El partido” (nótese el toque de discreción y arrogancia) fue una magnífica escuela que formó personalidades extraordinarias y anónimas, muchos de los cuales recalaron en otros partidos, incluso de la derecha, donde alcanzaron cargos ministeriales.

El 8 de febrero de 1960 fue detenido y llevado a la cárcel de Carabanchel donde estaría cien días rigurosamente aislado. Así nos lo dejó escrito:

“… Un día frío y ventoso, al entrar en la habitación donde dormía, en el momento de intentar quitarme la gabardina, vi una pistola apuntándome a la altura de mi cabeza, muy cerca, cuyo cañón oscilaba peligrosamente, y dos voces, que simultáneamente me decían… «¡Arriba las manos!» y «¡Quieto no se mueva!» Tras unos instantes acerté a preguntar «¿Qué hago?» En ese momento supe que mi vida había dado un vuelco definitivo. Esposado, con las manos a la espalda, ingresé en la Comisaría de Policía de Gijón a disposición del Juzgado Especial Militar, con jurisdicción en toda España. Permanecí en Comisaría durante 8 días, rigurosamente aislado. Esa misma noche fui torturado. A un compañero, en la habitación de al lado, le arrancaron la piel de las manos. Le hacían unos pequeños círculos mediante una máquina de picar los billetes del tranvía. El tranvía que circulaba por esos días en Gijón. A mi me bajaron a los calabozos entre dos policía armados ya que era incapaz de sostenerme en pie. Al mismo tiempo, las muy cercanas campanas de la iglesia de San Lorenzo tocaban para la misa de 8, aquella a la que solían asistir mis tías y que, ignorantes de lo que ocurría a pocos metros de ellas, acudirían como todos los días. Pensé en cuán diferentes eran los dos mundos: el de mis tías y el mío…”

Durante esta época y hasta enero de 1.977 se acusaba de rebelión militar a quien “propalase noticias falsas, tomen parte en reuniones, plantes, huelgas, uniones de productores”. Eran juzgados en consejos de guerra sumarísimos que, como aconteció a Julian Grimau en 1963, podían acabar en pena de muerte. Fue condenado a catorce años de reclusión, junto a otros 16 militantes clandestinos. Inicialmente, el fiscal solicitaba doce pero en el Consejo de Guerra manifestó que había sido torturado en Comisaría, con lo cual el fiscal elevó la petición a quince. Solía recordar “El Mere” (como le conocían sus amigos) que al escuchar la sentencia nunca pensó que el franquismo pudiese durar tanto tiempo y ese optimismo siempre le ayudó a sobrellevar la cárcel durante los cuatro años que pasó en el Penal de Burgos, rebajada a la mitad su condena con motivo de los “25 años de paz”.

Asturias-semanal-pceA finales de los sesenta, El Mere, era el prestigioso abogado gijonés que defendía a los trabajadores en los incipientes conflictos laborales o políticos. Créanme, no exagero si les digo que tenía una aureola de leyenda. Se presentaba en la comisaría a defender a su cliente antes de que se supiese oficialmente que estaba detenido. Era objeto de seguimiento permanente por la policia, incluso el día de su boda. Así lo contaba El Mere:

Desde luego trabajo como abogado no me faltó. No tenía una gran compensación económica ya que la gran mayoría de mis clientes estaban vinculados al movimiento antifranquista y su situación variaba entre estar despedidos, detenidos o encarcelados. Conocía además, la indignación que le producía a la Brigada Social mi comportamiento. Aun así debo reconocer que el ejercicio de mi profesión en esa época me ha llenado de satisfacciones, experiencias y amistades que a día de hoy conservo y valoro sobremanera”.

Tuve el honor de conocerle en aquella época. Recuerdo que, en 1974, debí enfrentarme contra él con ocasión del Campeonato de Asturias de Ajedrez por equipos, donde él jugaba con la Sociedad Cultural Gijonesa. Les avanzo que conservo como un tesoro aquella partida y la foto correspondiente. Al terminar, a los participantes nos impresionó mucho que varios policias de paisano (parecían no ocultarlo) le seguían a todas partes, ¡hasta al torneo de ajedrez!

IMG_1857Tras más de 20 años de militancia, abandonó el PC en la tumultuosa asamblea de Perlora de 1978. Una tragedia. Inmediatamente tras el 23F se afilió al PSOE, para quien ganó un escaño en el Senado desde 1982 y durante catorce años, hasta su jubilación. El Mere solía contar aquí como motivo de satisfacción, o de revancha histórica no exenta de ironía, que “para la ampliación del Palacio del Senado, se utilizó en Madrid el cuartel de la calle del Reloj. En el mismo lugar donde se celebró el Consejo a los diecisiete procesados, en el mismo lugar en el que el Consejo de Guerra me condenó a 14 años, allí tuve mi despacho de senador durante 14 años”.

El presidente asturiano, su antiguo camarada “Tini” Areces, le designó al frente del Consejo Social de la Universidad de Oviedo, no sin cierto revuelo en el mundo académico que no gustaba de un perfil tan político. El Mere convocó una rueda de prensa y mostró como únicas armas su pasaporte falso de la clandestinidad y la ficha policial. Cierto remalazo bolchevique nunca se le quitó, como es la puntualidad, (retraso igual a detención), la brevedad de las discusiones tras tanto años de debates estériles, hoy tan de moda, nuevamente.

En los plenos y comisiones del Consejo Social en que yo participé como secretario del órgano, bajo su presidencia, nunca hizo falta votar ningún punto del orden del día: aprobábamos todo por asentimiento, ya que mi misión, por encargo suyo, fue siempre buscar el máximo consenso entre sus miembros y, en especial con la comunidad docente. Durante esa época, en 2006, conseguimos gracias a Ana Caro, que diese la conferencia de Clausura en la reunión de letrados de universidades que se celebraba en Burgos. Otra revancha histórica que nos permitió convencerle para que escribiera una docena de folios de reflexión, que hoy constan en el libro del congreso y concluye con estas sabias palabras:

Para finalizar, tengo que confesarles que reconozco que he vivido. Hay una expresión muy común que ustedes habrán oído muchas veces: «Es de muy buena familia… es hijo de…» En la casa de mis padres se decía cuando se hablaba de la familia de algún magistrado, notario, registrador; esa misma expresión, y siempre la he escuchado con profundo respeto, la oí dentro del penal de Burgos en los años 60 aplicada a personas de distinta condición: “Es de muy buena familia… le fusilaron al padre…, el hermano está preso en la cárcel… Considero que he sido afortunado por haber visto y vivido las dos caras de la vida, por poder contarles hoy estas cosas, tranquilamente, sin ningún rencor. Estos hechos que sucedieron, que son historia, que podemos y debemos recordar”.

IMG_5530Pero cuando el Mere agotaba su paciencia era muy expeditivo. Cansado de recibir largas para modificar la obsoleta Ley asturiana del Consejo Social de 1997 (aun hoy única ley autonómica sin adaptar a la LOU) dio un portazo y se marchó. Otra tragedia. Austero y autoexigente en todas las facetas, por su historia personal, se retiró a su casa en la aldea de Ardisana donde se dedicó a rehacer el muro que le llevaba la riada todos los años, a ordenar su archivo y sus papeles.

Un ictus, hace cuatro años, le dejó seriamente limitado pero mimado por su familia, sobre todo por su esposa, Beli, que venía dedicando toda su vida a cuidarle con devoción. Seguía las andanzas políticas de su hijo Pedro (destacado militante de Ciudadanos) así como de su otro hijo Juan, oficial del ejercito español. Dos orientaciones personales que sugieren cierta sonrisa del destino y nos muestran cuanto cambió nuestro país desde la transición, un proceso que forjaron tantos héroes anónimos como El Mere.

Korchnoi
En simultáneas con Victor Korchnoi. El Mere empataría con él no sólo en energía vital sino en la partida

10 comentarios en “Los héroes también mueren

  1. Rafael Iturriaga

    Has escrito uno de tus mejores textos. ¿Razón? Para un muy buen escritor esta vez, además de los razonamientos, se te ve el corazón. Un fuerte abrazo, hermano.

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  2. Ana Caro

    Gracias Antonio por traernos un poco más cerca a Mere. Fue un honor conocerlo. Un placer escuchar sus vivencias. Compartir conversación. Verle sonreír. Desde aquí mi respeto y admiración, y unos versos que dedico a su memoria: «Bajas la mirada hasta lo profundo. Donde habita el consuelo y un silencio de ruidos de amor. Tiendes la mano. Yo espero. Penumbra de luz.»

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    1. Si, era un «peleón». Además, hoy que tantas bromas ácidas hacemos de los abogados es preciso reconocer aquella profesión durante el franquismo. Ayer, en su funeral, coincidí en un grupo con un jubilado desconocido para mi, que nos contó cómo lo que más agradeció siempre a su abogado Merediz fue que le acompañara hasta la puerta de la cárcel, dándole los últimos consejos para sobrellevar su condena.

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  3. Magnifico texto, Antonio. Podría haber escrito, además, «como todos los tuyos», y habría expresado más fielmente lo que sentí al leerlo. Aunque advertí en mí algo especial. He sentido el soplo de José Ramón, el Mere, diciéndonos: «Todavía hay tiempo». Venga, vamos.

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