La noticia que preside mi entrada de hoy es inventada, aunque bien podría ser cierta. En el mundo de la economía de la educación hay toda una tradición de análisis de los conflictos de intereses con las empresas por patrocinios universitarios. Primero fue lo que hace unos años denominábamos “privatización blanda” a través de las cátedras apadrinadas ¿El siguiente paso será la Universidad apadrinada?
Ya hemos visto que la liga española de futbol lleva el nombre de una importante entidad financiera y muchos de sus estadios también han “vendido” su nombre. El mundo de la cultura también está embarcado en la búsqueda incesante de recursos privados. La Universidad no es una excepción y está afrontando, en todo el mundo occidental, un imparable proceso de acercamiento al mercado en múltiples frentes y con diversa velocidad de crucero. La defensa del modelo público puro puede verse en este logrado video que parodia el conocido spot de Campofrío.
Dos artículos sobre el tema
El periodista especializado en temas de educación, J. A. Aunión, hacía ayer en el diario El País un recorrido por las prácticas internacionales de captación de fondos para las universidades. Presenta algunas experiencias de las grandes e influyentes universidades anglosajonas, donde abunda la cultura del mecenazgo desde la sociedad civil o empresarial. Sin embargo, ya sabemos que en nuestra universidad europea continental el patrocinio es inexistente. Otra cosa son los contratos de investigación o consultoría, aunque ya sabemos que muchos contribuyen más a la ruina de la institución que a su sostenimiento..
Anteriormente, el mismo diario publicaba una ácida Tribuna de los catedráticos de la Universidad de Zaragoza, César Dopazo y Rafael Navarro con un título que supone toda una declaración de intenciones: “una universidad mal gestionada”.
Los autores presentan una critica mordaz sobre la gran expansión académica de los últimos decenios, sin una planificación clara que ha terminado en unos problemas estructurales, donde echan en falta buenos gestores: “El amiguismo y la lealtad han primado en las relaciones de los políticos con sus “vasallos” de universidades e institutos. Pero la injerencia de los políticos no exculpa de su responsabilidad a los gestores universitarios que son, a la vez, víctimas y cómplices y que, generalmente, ni han tratado de imponer racionalidad ni se han opuesto a decisiones políticas técnica y económicamente insostenibles”.
Las últimas modificaciones legislativas en materia de gestión universitaria, giran en torno a la estabilidad presupuestaria y dejan entrever la posibilidad de intervenir sus gestión económica, algo no exclusivo de España, como nos recuerda el blog de Gestión y finanzas universitarias en esta entrada referida al caso francés. También ponen en cuestión el modelo de gobierno universitario y se plantea hasta e cambio de sistema de elección del rector . No faltan documentos para un debate de sobre cómo hacer más eficaz y eficiente nuestra Universidad. Un reciente artículo de Francisco Longo, integrante de la comisión para el estudio de la gobernanza de las universidades, creada por el Gobierno de Cataluña y entregado en septiembre del 2012, definía los retos de esté área:
“que las universidades públicas cuenten con un único órgano de gobierno –preferiblemente no demasiado amplio para poder ser operativo- formado por personas competentes y comprometidas, procedentes tanto del ámbito académico como de otros sectores sociales, nombradas por sus méritos y características personales y no por criterios de representación de terceros, y en cuya composición los gobiernos, en tanto que emanación legítima de la sociedad, tengan –de forma compartida con el profesorado- un poder de decisión relevante”.
El mercadeo universitario
En realidad, la obtención de recursos a través de la generación de conocimiento es una muestra de madurez y excelencia de las Universidades. En un reciente informe de la Asociación de Universidades Públicas de Catalunya (ACUP) sus rectores valoraban la alta eficacia, eficiencia y productividad del sistema universitario catalán, cuya calidad científica entienden sustentada “en la estrecha relación entre empresas, instituciones y universidades”. Ver también los documentos de su Escuela de gestión universitaria.
Lo cierto es que la Universidad está cambiando.Cada vez más gerencialista, más preocupada por los costes o por el modelo de gobierno; en fin, más autocrítica con su propia eficiencia, aunque todavía con ciertas bolsas de autocomplacencia. Otras, con vocación más empresarial, logran importantes ingresos por contratos de investigación y componen todo un holding de empresas propias o incubadas. Desde las gerencias universitarias se plantean someter a todos los gestores a objetivos, planteando la gestión competitiva de la docencia o la investigación, en un marco de caída de alumnos, de subvenciones y restricciones financieras. Un debate que afecta a las retribuciones de los Altos Cargos universitarios.
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